¿Cuánto tiempo toma la transición hacia la producción orgánica de café?
La decisión de comenzar a producir café de manera orgánica no suele tomarse a la ligera o sin hacer un balance del costo-beneficio que puede traer a una finca.
Abandonar la producción tradicional, es decir, aquella que emplea agroquímicos para asegurar su rendimiento, puede afectar drásticamente la rentabilidad si no se lleva a cabo mediante una estrategia sostenible.
Usar el entorno a su favor, reutilizar recursos y optimizar la producción de los cafetos puede generar que esta transición demande menos tiempo y los resultados se presenten antes de que el caficultor llegue a incurrir en deudas.
Para aprender más sobre estrategias y cuánto tiempo toma el proceso de transición a la producción orgánica, conversé con tres expertos. Continúa leyendo para comprender mejor las implicaciones de esta decisión.
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La producción orgánica en la región
Al hablar de café orgánico no podemos omitir la relevancia en este campo de algunos orígenes de Latinoamérica. Por ejemplo, Perú se posiciona como el segundo mayor productor de café orgánico del mundo, con alrededor de 120 000 hectáreas que representan un 29 % de la producción nacional.
Por otra parte, el 31 % del café orgánico importado por la Unión Europea en el 2018 fue de origen hondureño. En México, alrededor de 8 % de los caficultores cultivan café orgánico.
Carlos Araya se encuentra al frente de Finca Lecanto, un negocio orgánico certificado en Costa Rica que se dedica a la producción de distintos cultivos, siendo el café su producto estrella. Finca Lecanto lleva doce años libre de agroquímicos y los bioinsumos que utiliza son de producción propia.
Él cuenta que en el pasado, en Costa Rica, se llevaba a cabo una producción de grandes volúmenes sin el uso de agroquímicos. Si bien actualmente muchos caficultores los emplean para asegurar el rendimiento, Carlos sostiene que “no es sostenible mantener una producción con los altos precios en los insumos tradicionales”.
Una respuesta a diversos contextos
Beto Osorio es un caficultor hondureño de pequeña escala que se dedica a la producción orgánica. Inicialmente, empleaba prácticas tradicionales pero, después de una transición que le llevó tres años, ahora puede garantizar que su producción de café se encuentra libre de agroquímicos.
Él afirma que el cultivo de café orgánico depende de varios factores para su éxito; no obstante, si las condiciones son favorables y el manejo del cafetal es eficiente, es más probable que este tipo de prácticas resulten rentables.
Delmi Villeda forma parte de la Cooperativa Capucas en Honduras y se desempeña como catadora y barista. En Capucas cuentan con su propia planta de abonos orgánicos, a base de subproductos del café y otros cultivos, que son facilitados a los productores.
Delmi afirma que “es más fácil producir café de la forma tradicional y con resultados a corto plazo”. A pesar de eso, cree que es necesario pensar en el largo plazo y en el impacto de los agroquímicos en la salud y en el ambiente.
El hecho de contar con sellos de producción orgánica les permite obtener un mejor precio a la hora de exportar el café. “Eso nos ha dado una buena imagen como cooperativa, como comunidad y como país”.
¿Por dónde empieza la transición?
Para Carlos, la transición hacia la producción orgánica va a definirse con base en las circunstancias de cada productor; no obstante, existen ciertos pasos generales.
En un primer momento, si se dejan de emplear químicos comerciales, la tierra no se va a encontrar en condiciones de aportar la misma productividad. Esta transición implica entonces un proceso de adaptación y descanso de la tierra para que se recuperen los suelos y se desarrolle la vegetación. Agregar materia orgánica a los suelos puede contribuir a este proceso.
Es importante llevar a cabo esta transición pensando en el largo plazo. Los suelos deben prepararse para poder nutrir las plantas de café durante los siguientes diez o quince años.
Para Beto, la transición comienza por descartar los agroquímicos de la mente y empezar a generar los bioinsumos en la finca.
Delmi cuenta que cuando un productor decide volcarse a la producción orgánica, desde la cooperativa se lleva a cabo un trabajo de extensión a través de un equipo técnico de certificación, conformado por hijos de productores. Ellos brindan soporte y acceso a la información mediante visitas a las fincas para definir un plan de acción con base en un reglamento que permite certificar la producción como orgánica.
Proyecciones y proceso adaptativo
En el caso de Carlos, él decidió retirar todas las plantas de café que se encontraban en producción hasta el momento y las reemplazó con una nueva variedad. A pesar de eso, opina que, en ciertos casos, no es conveniente realizar este reemplazo debido al costo económico que implica.
De todas formas, si es una opción viable, es una buena oportunidad para empezar a producir una variedad con mejor calidad en taza, menor vulnerabilidad o mayor rendimiento.
Delmi explica que el café orgánico se produce con una mayor cantidad de sombra. En consecuencia, su manejo debe ser controlado y la recolección manual puede generar un alto costo de mano de obra.
“La producción debe garantizar sostenibilidad y conservación de los recursos naturales, por eso, es un poco más costosa”. Ella considera que algunos procedimientos son invariables pero otros se deben de adaptar a las dimensiones de la finca en cuestión.
Por su parte, Beto afirma que producir café de manera orgánica puede resultar muy costoso y a la vez puede hacer que la producción disminuya; no obstante, él apuesta por un producto saludable que al contar con ese valor agregado puede venderse a un precio más alto para cubrir los costos.
¿Cuánto tiempo implica esta transición?
Según Carlos, mientras más tiempo pasa desde que se abandonan los agroquímicos, mejor es la calidad del suelo y la producción orgánica. A los seis meses ya empiezan a aparecer hierbas pero depende de las condiciones de los suelos y el entorno climático. Al año, se presenta diversidad de insectos que ayudan a regular el ecosistema a través de la polinización y eliminación de algunas plagas.
En Costa Rica, para que la producción sea orgánica, de acuerdo a la legislación nacional, se debe cumplir con ciertos parámetros, explica Carlos. El Servicio Fitosanitario del Estado es el encargado de realizar los análisis de suelos para acreditar que no haya uso de agroquímicos.
Después, hay certificadoras que confirman lo que el estado ha acreditado y, tras dos o tres años de iniciado el proceso de transición, finalmente certifican que la producción es orgánica mediante un nuevo análisis de suelos.
Carlos cuenta que al realizar los análisis de suelos, el Servicio Fitosanitario del Estado de Costa Rica encontró trazas de agroquímicos que se utilizaban hace 25 años para la producción de caña, un cultivo que se desarrollaba hace algunas décadas en lo que hoy es Finca Lecanto. Esto demuestra que si bien los suelos pueden recuperarse, el rastro de los agroquímicos puede persistir durante décadas.
Fases de recuperación
Con base en su experiencia, Delmi opina que el tiempo de recuperación de los suelos dependerá de cómo el productor ha estado trabajando la finca. A mayor daño, más tiempo se debe invertir y puede tratarse de años, más que de meses.
Según ella, las etapas dentro de la transición son:
- Análisis de suelos
- Proyección del trabajo a realizar
- Retiro de malezas
- Reutilización de recursos
- Realización de pruebas
- Nuevo análisis de suelos para garantizar que esté libre de agroquímicos
¿Se puede desarrollar una producción dual para garantizar los ingresos?
Carlos opina que se puede desarrollar una producción híbrida, entre tradicional y orgánica, si la idea es eventualmente abandonar los agroquímicos y apostar por el café orgánico. Él entiende que este proceso es difícil de afrontar económicamente y que no todos los productores pueden permitirse un cambio radical de manera inmediata.
“Creo que mucha gente va tener que hacer eso para realizar una transición, creo que es parte del proceso”. resalta.
Beto considera que en caso de tratarse de una producción dual, la finca será considerada de producción tradicional en la práctica porque la parte orgánica no representa la totalidad. A su vez, se deben asumir los costos de la parte destinada a la producción orgánica, sin poder adquirir una certificación que aporte un valor agregado a la comercialización del café.
Asimismo, Delmi sostiene que la demanda de café orgánico está en crecimiento y muchos caficultores están al tanto de eso. En consecuencia, algunos comienzan a incursionar en este tipo de producción, invirtiendo en una parte de la finca. “Para ellos es más fácil la producción convencional pero ven las ventajas de la producción orgánica”.
Más allá del valor agregado, ella resalta la importancia de que más productores se inclinen por la producción orgánica. Al reducir o eliminar el uso de agroquímicos se cuidan los suelos y la salud de los caficultores.
El aumento de la demanda de café orgánico
Según estimaciones de la consultora Allied Market Research, el mercado de café orgánico alcanzó los US $6,8 billones en 2018 y se proyecta que alcance los US $12,6 billones para 2026.
La tendencia de consumir productos orgánicos no se trata solo de una práctica que promueven los caficultores, sino que muchos consumidores están tomando conciencia sobre el vínculo que existe entre los productos que consumen y su salud.
Este crecimiento de la demanda ayuda a crear un mercado donde los agricultores pueden volcar su producción orgánica y continuar invirtiendo en prácticas sostenibles, al mitigar el riesgo de que su café no se venda.
La calidad del café y sus atributos en taza son factores determinantes para su comercialización. En ese contexto, un sello de certificación orgánica puede hacer que una persona se incline por un café antes que por otro.
Si se logra combinar las prácticas orgánicas con el valor agregado de la calidad, estaremos en presencia de un café altamente competitivo con la capacidad de generar un impacto positivo en la industria.
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Créditos de las fotos: Finca Lecanto, Delmi Villeda.
PDG Español
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