26 de julio de 2023

Recorrido por algunas zonas cafeteras de Colombia, segunda parte

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La geografía Colombiana, su producción de café Arábica, métodos agrícolas tradicionales, variedad regional y relevancia cultural han posibilitado el reconocimiento del país como un productor cafetero insignia.

Según datos de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), la producción de café en Colombia se mantuvo sobre los 11,1 millones de sacos y las exportaciones alcanzaron los 13 100 millones de sacos en 2022. 

Aunque el café ha tenido un papel económico importante en el país, la mayoría del cultivo se hace en pequeñas fincas familiares. Aproximadamente el 89 % de los caficultores en Colombia tiene menos de tres hectáreas, según la Encuesta Nacional de Cafeteros.

Colombia tiene varias regiones productoras, cada una con características distintas, como microclimas, tipos de suelo y niveles de altitud. Esto hace que las notas de sabor, acidez y cuerpo varíen de región a región.

Recientemente, publicamos un artículo sobre algunas de estas zonas: Santander, Huila, Magdalena y Quindío. En esta oportunidad, nos enfocaremos en los departamentos de Nariño, Valle del Cauca, Tolima y Antioquia. Continúa leyendo para descubrirlos. 

Lee también: Ciclos de renovación cafetera en Colombia: ¿cómo funcionan y cómo implementarlos?

Departamento de Nariño

La zona cafetera de Nariño se destaca por su influencia cultural. Al ser uno de los departamentos menos influenciados por el centro del país, la producción de café está fuertemente arraigada a la tradición. En él, en promedio, hay 27 450 hectáreas de café cultivadas por 34 458 caficultores.

La mayoría de los cultivos están ubicados a una altitud entre 1600 y 2200 m s.n.m., esto contribuye a tener las condiciones ideales para el cultivo y ser parte de los denominados ecotopos cafeteros gracias a sus variados microclimas y suelos ricos en nutrientes por su origen volcánico.

El perfil de taza en Nariño es muy variado y algunas de sus notas son caramelo, frutos verdes y cereales, una acidez media y cuerpo medio. Estas notas hacen parte del reconocimiento de origen y perfil sensorial de algunos de los cafés de esta zona. En consecuencia, es altamente reconocida por su producción de cafés de especialidad. Tanto así que le fue otorgado al café de Nariño la primera denominación de origen regional.

José Gómez, caficultor y representante de una cooperativa nariñense, dice: “Nariño ancestralmente ha tenido una cultura diferente, no solo en costumbres sino en el cultivo de café. En gran medida, porque fuimos parte del imperio Inca, parte de los arraigos que tenemos y conservamos”.

“Somos productores muy pequeños, la mayoría de caficultores tiene una o media hectárea. La recolección, control de arvenses, todo esto es muy manual”. Aunque estos aspectos pudieran verse como una desventaja a nivel comercial, los caficultores han dirigido sus esfuerzos en producir café de especialidad. Aunque uno de los retos de esta zona es la tecnificación, la ubicación geográfica da a los caficultores algunas ventajas en la producción de café.

“Estamos muy cerca de la línea ecuatorial, tenemos más horas de luz al día y esto nos permite cultivar a mayor altura. La altura lo hace competitivo porque hay menos enfermedades y plagas en las plantas, aunque esto las hace vulnerables a otros factores como las heladas”. 

A pesar de todos los retos que enfrentan los caficultores nariñenses, se han generado muchos cambios en los últimos años para estandarizar sus procesos, mejorar la infraestructura y ser más eficientes en la gestión de las fincas.

Departamento del Valle del Cauca

En el Valle del Cauca, en promedio, hay 51 190 hectáreas de café cultivadas en sus 39 municipios, con un promedio de 22 562 caficultores. Las comunidades indígenas y los afrodescendientes tienen un especial papel en los procesos, tradición y cultura.

La cordillera occidental y la cordillera central le dan a esta zona un flujo valle-montaña que hace que las condiciones climáticas en el transcurso del año sean favorables para tener dos cosechas anuales. 

El perfil de taza del café del Valle del Cauca es usualmente de aroma intenso, acidez media y cuerpo medio. Las notas de sabor van desde dulce de caña de azúcar, acidez cítrica y frutos rojos, hasta un cuerpo redondo-cremoso.

Paola Andrea Pazos, ingeniera agrónoma y promotora de desarrollo rural, dice: “hay cafés que son especiales por el sabor, otros son especiales por el proceso de beneficio y otros que son especiales por su origen. En el Valle del Cauca se realiza un proceso completo para la comercialización, un ejemplo son los cabildos indígenas, que obtienen el certificado de café de origen por ser parte de las 24 905 fincas establecidas en la comarca”.

“Hay caficultores que destacan por tener ciertas habilidades técnicas y que permiten que la FNC los asista de forma técnica pero la caficultura en el Valle y en esta zona del suroriente no es tan tecnificada como en el Quindío, por ejemplo. Aquí encuentras un café especial pero por el origen o por la zona de donde viene”, explica Paola Andrea. 

En los últimos años, se han hecho esfuerzos e inversión para que el Valle del Cauca empiece a ser reconocido como una zona donde se cultiva café de especialidad; sin embargo, el departamento no es ajeno a los retos que enfrentan los campesinos colombianos en otros lugares del país. 

“Dentro del Valle te tienes que alejar mucho de las cabeceras municipales y generalmente en esa lejanía encuentras los cabildos. En otras zonas una finca pequeña puede tener cinco hectáreas, mientras que en el Valle una finca grande tiene una hectárea”, cuenta.  

La tecnificación en los cultivos sin dejar de lado la tradición es uno de los retos principales. Esto implica no solo la mejora de las especies arbóreas por parte de Cenicafé, sino brindar herramientas y capacitación a los caficultores. 

“Algo que trabajamos con las comunidades es la importancia de la mujer rural. Resulta que los hombres tienen un chip de trabajo duro pero ahora la mujer ha tomado un papel importante. Es ella la que recibe las capacitaciones”, resalta Paola Andrea. 

Este departamento tiene mucho potencial. Las mujeres y los jóvenes están teniendo un papel relevante en su desarrollo y cada estrategia implementada está dando resultados para implementar mejores prácticas de cultivo. 

Departamento del Tolima 

La zona del Tolima con sus cordilleras, redes hidrográficas y relieves volcánicos posibilita que 38 de sus 47 municipios se dediquen al cultivo de café. Aproximadamente, hay 107 027 hectáreas de café cultivadas por 61 849 campesinos, comunidades indígenas y afrodescendientes.

Las variedades Borbón, Castillo, Costa Rica, Colombia, Caturra, Típica y Tabí son las principales. Al igual que otras regiones en Colombia, recibió la denominación de origen como un café con acidez y cuerpo medio-alto, suave, con balance y sabores diversos en el espectro de los dulces, notas cítricas y frutales.

Con una participación del 13,28 %, el departamento del Tolima es el tercer productor de café del país. Víctor Gómez y Lucas Cabezas, caficultores tolimenses, cuentan: “en Tolima se están cultivando mucho los varietales como Geisha, Pacamara, Tabi y Borbón rosado, eso ha llevado a que sea uno de los primeros productores a nivel nacional de café de especialidad”. 

La renovación y zoca de los cafetales ha jugado un papel importante en los cambios en esta parte del país. En 2019, se renovaron y zoquearon más de 10 238 árboles, dándole un nuevo aire a la zona. 

“Hay mercados nacionales que son importantes pero la mayoría de nuestro café tiene una buena taza entonces se va para los mercados internacionales”, explican Víctor y Lucas. En el departamento del Tolima el 51 % de los ingresos son generados por la producción de café.

Por otra parte, frente a los desafíos, cuentan: “este año hemos sufrido mucho por el invierno y el cambio climático ha influenciado mucho la producción. Si no es el clima son los costos de producción, un bulto de abono cuesta $350 000 pesos (US $82.79)”.

No es un secreto que el precio del café ha incrementado en los últimos años pero esto no significa que los caficultores reciban más ingresos. Muchos deben importar abonos y pesticidas, que también han aumentado los precios de producción. 

En medio de todos los retos, tanto los caficultores como la administración del departamento trabajan para dar más oportunidades con sus programas de capacitación y seguir siendo uno de los mayores productores del país. “Cada día nos destacamos por sacar una buena taza de café, nos preocupamos más en saber que el café es un alimento, en tratarlo mucho mejor y en trabajarlo agronómicamente”, concluyen Víctor y Lucas. 

Departamento de Antioquía

La caficultura de Antioquia se divide en seis zonas principales. De ellas, hay 117 000 hectáreas cultivadas por, aproximadamente, 76 543 campesinos. En consecuencia, es el segundo departamento en producción nacional.

De los 125 municipios de Antioquia, 94 son productores de café. Por eso, este cultivo es un eje importante en la economía del departamento y genera más de 80 000 empleos indirectos en época de recolección. Al ser la segunda zona con más producción del país, se estima que en cada recolección, dos veces al año, se producen por lo menos 1 540 000 sacos de café.

Sara Zuluaga, segunda generación de caficultores y propietaria de Cielo Tostado, cuenta que “hace diez u ocho años empezó a sonar el nombre de Antioquia respecto a los cafés de especialidad. Antes producíamos cafés pero no nos concentrábamos en el valor agregado o los procesos diferenciados”. 

Por ejemplo, la Cámara de Comercio de Medellín lanzó un ambicioso proyecto desde 2008 para ayudar a pequeños caficultores a enfocarse en la calidad, la sostenibilidad medioambiental, la representación de las mujeres y facilitar el acceso a diferentes mercados.

Aunque Antioquia tiene altos niveles de producción, no se ha posicionado en el cultivo de cafés de especialidad. Ese es uno de los mayores retos que enfrentan los caficultores. “Todavía nos falta para competir con el renombre de Huila, por ejemplo, catalogado como uno de los mejores cafés de Colombia”, afirma Sara. 

Por otra parte, el departamento saca provecho de una ventaja competitiva importante, su capital: Medellín. Gracias al auge del turismo extranjero en la ciudad, la industria del café ha ido fortaleciendo su presencia con cada vez más cafeterías y tostadurías especializadas. 

Asimismo, Sara resalta la voluntad y la pasión de los antioqueños por adoptar nuevas técnicas y estar a la vanguardia. Esto, sin duda, ayuda a mejorar constantemente. “Hay muchas personas que se están involucrando en el mundo del café y que están cambiando el chip de nuestros padres y abuelos de una caficultura muy aferrada a lo negativo”. 

Los métodos de cultivo y procesamiento empleados por los caficultores de esta zona muestran un delicado equilibrio entre tradición e innovación. Así, crean una armoniosa mezcla entre herencia y progreso.

Más allá de sus excepcionales sabores, el café colombiano tiene el poder de empoderar a las comunidades e impulsar el cambio social. La industria proporciona medios de vida a miles de familias, fomentando el desarrollo económico y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles. 

A través de iniciativas como el comercio justo y directo, los caficultores pueden asegurar mejores precios por sus cosechas y garantizar un futuro próspero para ellos y sus comunidades.

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Créditos de las fotos: María Luz Cortés, Víctor Gómez. 

PDG Español

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