Recorrido por algunas zonas cafeteras de Colombia
El café colombiano, considerado como uno de los mejores del mundo, es reconocido mundialmente por su suavidad y cuerpo balanceado. Según datos de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), en promedio, se producen 12,6 millones de sacos de 60 kg de café verde al año, lo que lo convierte en el tercer productor a nivel mundial.
El cultivo de café colombiano es sobre todo de Arábica y las variedades predominantes son: Típica, Borbón, Maragogipe, Tabi, Caturra y Colombia. Además, de grupos de varietales creados a partir de cruces entre Timor, Caturra y Villa Sarchí, llamados Cenicafé 1 y Castillo.
Colombia es un país que se caracteriza por su diversidad y esto se ve reflejado en el cultivo de café, que se desarrolla en zonas tropicales, altiplanos interandinos y, mayormente, en la alta montaña gracias a que la Cordillera de los Andes se extiende desde el norte hasta el sur del país.
El territorio colombiano está dividido en 32 departamentos y 15 de ellos contribuyen a la producción de café. En este artículo vamos a conocer más sobre cuatro zonas relevantes para la industria cafetera del país. Continúa leyendo y descubre las opiniones de algunos caficultores locales.
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El departamento del Quindío
La zona del Quindío puede ser una de las zonas más reconocidas, nacional e internacionalmente, por ser parte del Eje Cafetero. Hoy en día, cuenta con aproximadamente 5655 caficultores, 31 074 hectáreas sembradas y 6547 fincas cafeteras.
La topografía quindiana varía entre 900 y 4750 m s.n.m., con temperaturas promedio entre 18 y 21°C. En consecuencia, cuenta con diferentes pisos térmicos, templado, frío y bioclimático páramo, en donde se cultivan diferentes variedades.
El café del Quindío se caracteriza por sus notas frutales, como nuez y chocolate amargo, cuerpo medio redondo y acidez frutal. Además, en su mayoría, es cultivado con métodos tradicionales.
Johan Sebastián Henao, auxiliar de investigación de la FNC y profesor de la Universidad del Quindío, explica que actualmente “se está concientizando de que hay que mejorar las prácticas, mejorar la infraestructura, darle agua potable a los agricultores y modificar los procesos u operaciones poscosecha. Tecnificar la producción de café no quiere decir que vamos a dejar nuestras tradiciones atrás, las vamos a complementar“.
En ese sentido, afirma que es necesario cambiar los paradigmas, por ejemplo, priorizar la calidad sobre la cantidad. A su vez, resalta las nuevas oportunidades que se están generando al hacer del café un mercado nacional más productivo. De esta forma, se está atrayendo a las generaciones jóvenes.
“Ahora, laboralmente, hay más oportunidades para trabajar en el café. Nos estamos dando cuenta de que es una oportunidad muy grande pero no para hacerlo como siempre, sino para tecnificarlo mientras mantenemos nuestra cultura regional”, dice.
El departamento del Magdalena
El Magdalena, donde está ubicada la emblemática Sierra Nevada de Santa Marta, a diferencia de otras regiones cafeteras se caracteriza por el café cultivado bajo sombra. Su clima seco y pocas precipitaciones hacen que solo se produzca una cosecha anual en algunas zonas.
En promedio, hay 17 917 hectáreas sembradas de café, cultivadas por cerca de 4914 familias. Aquí, destacan la biodiversidad y los sistemas de cultivo de cafés ecológicos y orgánicos: alrededor de 12 000 hectáreas son certificadas como sostenibles.
En esta región, las comunidades indígenas Kogi e Ika, también llamados arhuacos y wiwas, son fundamentales en el cultivo de café junto a la comunidad campesina y afrodescendiente.
Fredy Alfonzo Izquierdo, líder indígena y representante de la asociación de Autoridades Arhuacas, explica que los cafés cultivados en el Magdalena son reconocidos por su responsabilidad ambiental. “La tierra es la visión principal, no se utilizan químicos y las autoridades indígenas controlan esto. Por eso, la producción de café no involucra a grandes productores sino a familias”.
Diferentes temas políticos y sociales han afectado el cultivo de café en muchas zonas del país. En el caso del Magdalena, la Sierra Nevada ha sido afectada por diferentes grupos armados y por el despojo de tierras.
La comunidad arhuaca cultiva café desde hace más de 100 años. Aunque se han enfrentado a una problemática adicional: “muchos compran el café a bajo precio y lo revenden. Lo que estamos buscando con las asociaciones es dar el salto a vender café sin tantos intermediarios”.
“La comercialización antes no era realizada por el pueblo arahuaco, la ganancia mayoritaria se la quedaba un tercero pero ahora existen unas asociaciones en el territorio con las que nosotros mismos podemos comercializar nuestro propios productos”, explica Fredy.
De esta forma, se espera que la retribución económica por la producción de café aumente y las comunidades se vean beneficiadas en su calidad de vida.
El departamento del Huila
La zona del Huila ha tomado un lugar de influencia dentro de la caficultura colombiana en los últimos años. De hecho, hace parte del llamado Nuevo Eje Cafetero o más conocido como El Triángulo del Café, conformado por los departamentos de Nariño, Cauca y Huila.
En el Huila hay aproximadamente 83 000 familias que cultivan café en 144 895 hectáreas, entre los 1400 y los 2100 m s.n.m., con temperaturas que oscilan entre 17 y 23°C. Las cordilleras Central y Oriental de los Andes y los suelos volcánicos hacen que el cultivo de café de altura sea un diferenciador importante sobre otras regiones.
Esta zona no solo es reconocida por su alta influencia en cafés de especialidad con notas dulces, frutales y acidez y cuerpo medio, sino porque el caficultor promedio posee entre dos y tres hectáreas cultivadas. En consecuencia, esta zona cuenta con el mayor número de caficultores en Colombia.
Claudia Valencia, directora financiera y gerente de Café Soca y de la trilladora Las Mercedes, explica que en este departamento “el caficultor está interesado en el café de especialidad, le interesan los nuevos procesos, las nuevas variedades y los nuevos métodos. Está interesado en salir del café convencional”.
Justamente por eso, el café del Huila es casi todo exportado y es reconocido por su calidad. En contraste, uno de los retos que enfrenta esta zona es llegar a ser más sostenibles y competitivos.
Además, Claudia resalta que “el principal reto en la región del Huila es el desempleo. Por eso, la verdadera sostenibilidad está en la tostión en origen y en la creación de plantas en origen”.
Por otra parte, es necesario reconocer que el Huila ha sabido estar a la vanguardia en los cafés de especialidad. Sus productores ven en los microlotes y las pequeñas producciones una oportunidad para crear un punto diferencial.
No es un dato menor que sea la región que más exporta café, por eso, los caficultores locales seguirán trabajando por consolidarse como la zona más influyente; no obstante, es claro que no es una tarea fácil al tener que competir con departamentos tan consolidados en la producción cafetera como el Tolima.
Departamento de Santander
La zona de Santander está representada por 32 929 familias cafeteras que cultivan alrededor de 53 017 hectáreas en 38 351 fincas. En este departamento la producción se desarrolla entre los 900 hasta los 2300 m s.n.m. Por lo tanto, su café ofrece notas dulces, herbales, frutales y con sensaciones cítricas.
Cristian Soto Zapata, gerente de la Cooperativa de Caficultores de Santander, comenta que aunque Santander no es una de las zonas cafeteras más tradicionales, “ha venido siendo protagonista en los últimos años por diferentes motivos. El primero es por el alto nivel de adopción de tecnologías que aumentan la productividad”.
Gracias al trabajo de Cenicafé, en la zona de Santander, “se estima que el 97 % de las variedades sembradas son resistentes a la roya. Este factor tiene un impacto importante en la reducción de costos y el uso de plaguicidas”.
Según la FNC, la producción cafetera en este departamento tuvo un incremento superior al 100 % en los últimos 10 años. Así, alcanzó los 695 000 sacos por año, lo que equivale al 5,51 % de la producción nacional.
El desplazamiento de zonas de cultivo ha tenido un alto impacto en las diferentes regiones de Colombia; sin embargo, Santander “ha mantenido una tendencia de crecimiento de su área sembrada en los últimos años”, cuenta Cristian. “Aún contamos con amplias zonas rurales que se dedican a la producción de caña y ganado pero que a medida que el negocio del café sea rentable se puede motivar el cambio de actividad”.
Justamente, Santander es la zona del país donde hay más certificaciones y programas de verificación. En ella, más de 28 000 hectáreas y 13 000 productores cuentan con esta validación, lo que contribuye a que alcancen mejores mercados y precios.
El café colombiano, sin duda, seguirá teniendo protagonismo en el mercado cafetero mundial. A pesar de eso, hay muchos puntos por mejorar en los diferentes departamentos del país.
Los esfuerzos tanto de los caficultores como de las diversas entidades están haciendo que Colombia no solo sea reconocida por su café suave sino por la adopción de mejores prácticas productivas.
El potencial de mejora y crecimiento está sobre la mesa, queda por descubrir cómo lo aprovecharán los profesionales locales del café.
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Créditos de las fotos: Mónica Torres.
PDG Español
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