¿El vino va a reemplazar al café en algunas regiones productoras de Colombia?
La oferta y el consumo de cafés de alta calidad en Colombia es relativamente reciente comparado con su historia como país productor. La existencia de este nuevo segmento, que prioriza la calidad, se debe a un cambio en las tendencias de consumo y no se limita al café o al mercado colombiano.
Esta demanda por la especialidad se puede trasladar a otros productos gastronómicos como el vino, una bebida que comienza a ser más valorada por las generaciones jóvenes, en gran medida responsables de imponer nuevas tendencias.
A su vez, estos cambios juegan un rol fundamental en el desarrollo de otras industrias. En ese contexto, el sector vitivinícola puede presentarse como una alternativa a la caficultura colombiana, que enfrenta múltiples problemáticas en la actualidad.
Para conocer más sobre la viabilidad de esta transición, conversé con dos enólogos con experiencia en la industria vitivinícola colombiana. Continúa leyendo y descubre qué opinan al respecto.
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¿Qué similitudes hay en el cultivo de uvas y café?
John Edward Franco Pérez es un referente de la elaboración de vino en Colombia. Estudió enología en España y su familia lleva alrededor de 40 años trabajando en esta industria. También, se dedica a la investigación vitícola y ha colaborado en la creación de nuevos viñedos a nivel nacional.
Él explica que desde los departamentos del Valle del Cauca hasta Santander se extiende un microclima que favorece la producción de uva para la elaboración de vino. Este cultivo se adapta bien a zonas altas y secas, como Boyacá, o a aquellas zonas denominadas bosque seco tropical: zonas cálidas de mucha radiación solar y bajas precipitaciones.
Asimismo, cerca de estas regiones es posible encontrar zonas idóneas para la producción de café. A pesar de eso, estos dos cultivos parecen tener más diferencias que similitudes frente a las condiciones necesarias para su adecuado desarrollo.
“Las regiones cafeteras, como tal identificadas, son zonas húmedas de montaña que tienen bastante altura”, señala John. “Nosotros hemos hecho pruebas para sembrar uva en terrenos montañosos de altura, como en los que se siembra el café, y los resultados no han sido muy buenos. La vinífera realmente no funciona bien”.
Por lo tanto, él no recomienda a sus clientes dedicarse a esta actividad en zonas húmedas porque deberán invertir mucho en insumos para contrarrestar las condiciones adversas.
¿El cultivo de uvas es menos vulnerable a las variaciones climáticas?
Federico Agustín Carabajal es un ingeniero agrónomo de origen argentino que reside en Estados Unidos. Anteriormente, desarrolló su actividad como enólogo en Villa de Leyva, Colombia.
Según él, el cultivo de uvas es vulnerable principalmente a cuestiones pluviales, lo que favorece el desarrollo de enfermedades. Aunque, igual que en el café, es controlable con productos químicos.
John, por su parte, menciona que es probable que aquellas zonas que se destinaron históricamente a la producción de café y actualmente son muy cálidas, puedan llegar a considerarse aptas para la producción de uva por la disponibilidad hídrica. Este es el caso de Pereira o Ibagué, ciudades en las que se ha experimentado un aumento de temperaturas.
¿Qué tanto vino se produce en Colombia?
Federico afirma que son pocas las bodegas existentes en Colombia y que la mayoría de los viñedos no superan las cinco hectáreas. “La producción de uva para la elaboración de vino y la misma elaboración de vinos en Colombia es muy escasa todavía”.
“Cuando llegué, en Colombia había tres viñedos. Yo solamente he montado siete”, dice John y explica que el consumo de vino en el país es relativamente bajo comparado con otros territorios de Sudamérica. Históricamente, ha estado relegado por el consumo de cerveza.
Se estima que en Colombia se venden alrededor de 43 millones de botellas de vino al año, lo que representa US $330 millones. La gran mayoría de estos vinos son importados de Chile, Argentina, Francia y España.
El consumo per cápita de vino en Colombia se ha triplicado en menos de 20 años. Pasó de 0,3 litros en 2006 a 0,9 litros en 2023. Si comparamos estas cifras con otros países, puede que aún sean bajas pero no se puede negar el desarrollo que ha tenido como producto y su potencial de crecimiento.
En ese sentido, la oportunidad de fortalecer la producción local y ofrecer un producto competitivo resulta atractiva para muchos caficultores que están enfrentando cada vez más dificultades para producir café.
El mercado de la producción de vino
La gran ventaja que ofrece la actividad vitivinícola, frente a la caficultura, radica en no tener que lidiar con la volatilidad del precio que dicta el mercado. Si bien esta industria también puede verse afectada por fenómenos climáticos o el aumento de los costos de producción, en el caso del vino se puede generar valor agregado en origen, independientemente de si se destina al consumo local o al mercado externo.
Federico sostiene que la elaboración de vinos es una industria que se presenta como novedosa en la región. Llama la atención y se complementa muy bien con el turismo. Todo esto hace que sea una actividad atractiva para los productores agrícolas.
A pesar de eso, a veces la producción de una bodega solo alcanza para el consumo de los visitantes, quienes no siempre pueden comprar siquiera una botella por cuestiones de abastecimiento.
Más allá del consumo local, John señala que la comercialización en el mercado externo se ve limitada al tratarse de producciones de pequeña escala que no pueden garantizar una oferta constante para satisfacer la demanda.
¿Es viable que los caficultores hagan una transición hacia el cultivo de uva en cambio del café?
Federico cuenta que emprender en esta industria puede requerir mucho capital. La importación de plantas y maquinaria enológica, sumado a la construcción de la bodega y a que la primera producción tome un par de años, puede desalentar a algunos productores a incursionar en la elaboración de vinos; no obstante, si logran transitar los primeros años de inversión y producción, el camino podría allanarse con el tiempo.
Por otra parte, la mayoría de los países que se dedican al cultivo de la uva tienen solo una vendimia por año debido a que las estaciones climáticas son marcadas. “En Colombia se suelen dar dos o más vendimias por año, lo que no ocurre en los principales países vitivinícolas”, explica Federico. Sin duda, una ventaja competitiva para los agricultores dedicados a este negocio.
Justamente, John explica que la gran fortaleza que tienen los países comprendidos en la franja ecuatorial, muchos dedicados a la producción de café, es que la vendimia se lleva a cabo más de una vez al año. En el caso de ciertas variedades hasta cuatro veces, lo que permite diluir los costos y acelerar el retorno de la inversión.
Esto se debe a que las estaciones no son tan marcadas como en aquellos países más distantes de la línea del ecuador. “La uva acá tiende a expresar muchísimo los aromas tropicales, es muy particular”, afirma sobre las cualidades del vino colombiano.
Además, John cree que el desafío no tiene que ver directamente con la disponibilidad de recursos agronómicos o económicos. Se trata de lograr un cambio en la cultura de consumo e impulsar una demanda que fomente el desarrollo de la industria vitivinícola nacional.
¿Cómo afecta la falta de conocimiento y experiencia en una industria completamente nueva para los caficultores?
Federico cree que la mayoría de las personas que se dedican a la elaboración de vinos en Colombia llevan entre cinco y diez años en el rubro. Él señala que aparte del capital, es fundamental contar con los contactos para importar algunos insumos y maquinaria.
Cuando John empezó a trabajar en la industria fue necesario apoyarse en importaciones de Europa para producir vino de calidad. Él afirma que, hoy en día, estas herramientas ya se encuentran disponibles en el mercado, por lo que es mucho más sencillo emprender.
También, destaca la importancia de siempre buscar asesoramiento, especialmente si no se cuenta con experiencia en la industria vitivinícola. John, por su parte, aconseja ser prudente frente a las áreas inexploradas e ir realizando pruebas en la medida que el viñedo pueda seguir trabajando adecuadamente.
Además, él no cree que sea viable producir vino y café al mismo tiempo, debido a la diferencia climática y topográfica.
Proyecciones frente a la producción de vino
Basándose en los números que arroja el mercado y en los cambios de las condiciones climáticas que experimentan las áreas de cultivo de café, es probable que en el futuro más productores agrícolas decidan apostar por la elaboración de vino, no solo en Colombia sino en otros países productores.
A pesar de ser una industria muy jóven en Colombia, la vitivinicultura local ha demostrado que a través de la investigación y la adaptación, aquellas condiciones que inicialmente se creían adversas pueden volverse una ventaja competitiva y un factor de diferenciación en el mercado internacional.
Frente a los datos analizados, se puede observar que, hoy en día, la oferta y la demanda se restringen mutuamente. No hay suficiente demanda porque la oferta no puede responder y, a su vez, esta no puede desarrollarse porque la demanda no aumenta.
Cuando se supere esta barrera, la industria vitivinícola colombiana cobrará impulso, tanto en cantidad como en calidad, y podrá posicionarse como un referente de la elaboración de vinos en países históricamente cafeteros.
Aunque es claro que la producción de uva no podrá reemplazar a la caficultura en Colombia, está por verse el alcance que tendrá esta industria en un país que tradicionalmente no se ha dedicado a su cultivo.
Las ventajas que ofrece son innegables pero no hay que desconocer los retos que implica incursionar en un sector agrícola nuevo, sobre todo los que se relacionan con la experiencia técnica y la disponibilidad de recursos.
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Créditos de las imágenes: Federico Carabajal, John Edward Franco Pérez.
PDG Español
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