Café orgánico: el cuidado de los caficultores como prioridad
En medio de la crisis pospandemia que ha afectado ámbitos más allá del económico y sumada a las condiciones climáticas que no dejan de empeorar, se han posicionado de nuevo en la agenda global las discusiones sobre soberanía alimentaria y sostenibilidad agrícola. La mirada se centra en modelos como la agricultura orgánica en busca de alternativas a los retos que trae el futuro.
En el escenario cafetero el modelo orgánico ha estado siempre presente en la cadena de producción pero en las décadas de los sesenta y setenta perdió terreno frente al modelo de producción agrícola tecnificada, que se estableció en las décadas siguientes. Junto a la implementación de fertilizantes y pesticidas sintéticos en busca de mayor productividad, se desarrollaron variedades más resistentes al sol, a plagas y a enfermedades.
El desarrollo del mercado de cafés especiales ha permitido que el modelo de la agricultura orgánica vuelva a posicionarse como una alternativa porque responde a inquietudes de la agenda coyuntural sobre sostenibilidad, impacto ambiental del cultivo y comercio justo. Actualmente, ha dejado de verse de forma simplificada como un modelo que se limita a no utilizar agroquímicos sino que busca garantizar, entre otras cosas, la calidad de vida y salud de los caficultores.
Sigue leyendo para conocer más sobre el impacto que tiene la producción de café orgánico en el origen y, específicamente, en los productores.
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Agricultura orgánica: más allá del cultivo
Pedro Romero es un productor de café orgánico certificado de la finca Los Popitos, en Copán, Honduras. Como experto caficultor reconoce las dificultades y los retos de establecer un sistema de agricultura orgánica pero cuenta con la experiencia y los buenos resultados para hablar de las ventajas y los beneficios de este modelo. Además, plantea el debate no solo sobre la salud, calidad y fertilidad de suelos y ecosistemas sino sobre el bienestar y la calidad de vida de los caficultores y sus familias.
Según datos del Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL) e IFOAM – Organics International, en 2020 se contabilizaron 74,9 millones de hectáreas de cultivo orgánico en todo el mundo, cifra que solo representa el 1,6 % de las tierras dispuestas para producción agrícola en el planeta. Los efectos de las medidas sociopolíticas durante la pandemia del COVID-19, como el desabastecimiento de alimentos y productos básicos, llamaron la atención sobre el planteamiento de alternativas agrícolas saludables y sostenibles.
La agricultura orgánica es una apuesta por desarrollar de forma natural el sistema forestal de la finca, estableciendo un clima apropiado y saludable para toda las plantas, por lo general con modelos bajo sombra para cultivos productivos. En el caso de la caficultura, busca desarrollar cafetales más saludables y con más herramientas para enfrentar plagas y enfermedades, mientras que sostiene niveles de producción sin el uso de agroquímicos.
Aunque la ausencia de pesticidas y fertilizantes sintéticos se ha generalizado como característica de la agricultura orgánica, es necesario entender que el modelo es mucho más complejo y se desarrolla alrededor del uso eficiente de los recursos y de la protección de la actividad biológica de la finca. Estas condiciones permiten cultivar suelos fértiles y sanos con planes de manejo forestal, planes de manejo de residuos y desechos, estrategias para el control de enfermedades, plagas y malezas, y el manejo y cuidado del agua.
Pedro resalta que esa preocupación por la salud se traduce en una cuestión integral en la agricultura orgánica. Entre los mismos caficultores se debate y se plantean los efectos del uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos: “se habla de personas que han quedado estériles o con daños en su cuerpo por el uso de químicos en los cultivos. No es lo mismo comerse una fruta o tomarse una taza de café sabiendo que no lleva químicos. Incluso los catadores detectan que su sabor es diferente, si ellos lo detectan es porque existe la diferencia”.
Estudios recientes han documentado efectos de los agroquímicos como debilitamiento, dolores de cabeza, vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, trastornos del sistema nervioso, afecciones cardíacas, pulmonares y renales. Un estudio elaborado para la ONU en 2017 por Hilal Elver y Baskut Tuncak reveló que cada año se registran alrededor de 200 000 muertes en el mundo relacionadas con intoxicaciones agudas causadas por el uso de agroquímicos. De ese número, unas 11 000 corresponden a personas relacionadas directamente con el trabajo agrícola.
De acuerdo con el Atlas de Pesticidas 2022, cada año 385 000 000 de trabajadores de la industria agrícola sufren de intoxicaciones agudas causadas por el uso de pesticidas y 12 300 000 están en Latinoamérica. El uso de pesticidas altamente peligrosos, que incluso están prohibidos en Europa y Estados Unidos, sumado a la precariedad o ausencia de elementos de protección en quienes manipulan estos productos y la falta de información sobre sus riesgos hacen que las afectaciones aumenten.
La transición a la producción orgánica
Las críticas al modelo de agricultura orgánica están relacionadas principalmente con el aumento de costos de producción o la disminución de la productividad; no obstante, estos análisis económicos han dado paso a discusiones más complejas sobre la producción de alimentos que involucran el cuidado y la salud de los productores agrarios.
La búsqueda de mercados justos implica además el reconocimiento del trabajo artesanal campesino y su protección, valor que ha sido uno de los motores de Mayorga Coffee, una empresa tostadora de café basada en Estados Unidos que promueve e impulsa la producción orgánica de alimentos y el bienestar de sus agricultores, como Pedro.
La información disponible sobre los efectos nocivos del uso de pesticidas y fertilizantes del modelo tecnificado muestra no solo afectaciones a la salud de quienes manipulan estos productos, sino también a nivel ambiental como los causados por pesticidas neonicotinoides en poblaciones de insectos como las abejas, la contaminación de fuentes hídricas y los efectos en suelos. En consecuencia, se ha empezado a plantear la urgente necesidad de atender cuestiones de salud pública globales desatendidas por la preponderancia de la productividad.
La atención a otras variables, además de las económicas, impulsada por el creciente interés sobre el consumo de alimentos naturales o con trazabilidad en su producción, ha ampliado el panorama de las posibilidades de la agricultura orgánica. Más allá de las certificaciones y los diferenciales de precio, hay una reivindicación del trabajo campesino alrededor del cuidado del bosque y muchas prácticas tradicionales se han adaptado para pensar la producción agrícola de una forma sustentable.
A pesar de esto, Pedro reconoce que la transición orgánica es un reto para los productores, principalmente para quienes buscan certificaciones: la finca debe pasar por un período mínimo de entre dos y tres años usando métodos de producción orgánica antes de poder aplicar a procesos de certificación. Es un desafío pero muchos caficultores han empezado a ver sus fincas y su trabajo de cuidado del bosque de forma más integral al comprender la importancia de la salud de los suelos y las fuentes hídricas y cómo esas condiciones se reflejan en la calidad de las cosechas.
La industria cafetera mundial contaba en 2020 con 744 942 hectáreas cultivadas de café orgánico, el 7,1 % del área mundial cafetera, y 351 371 de esas hectáreas corresponden a países cafeteros latinoamericanos. Aunque es un porcentaje bajo, se ve un crecimiento en la implementación orgánica y se destacan casos como el de Perú, en donde el 47 % de sus cultivos cafeteros funcionan bajo este modelo, o el de Honduras, donde está la finca de Pedro, con casi 24 000 hectáreas de café orgánico.
El potencial del mercado cafetero orgánico
Aunque el porcentaje del mercado cafetero orgánico sigue siendo menor, algunos análisis estiman una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 12,56 % para el período de 2016 a 2026. “Es un desafío pero siempre hay un mercado y posibilidades”, dice Pedro y resalta la importancia de la planificación y de la búsqueda de aliados. Por eso, él considera fundamental el papel de empresas como Mayorga Coffee, que da un valor trascendental al comercio directo con productores orgánicos.
Considerado todavía como un mercado de nicho, leves crecimientos en el comercio de café orgánico en Estados Unidos, Europa y, recientemente, en Asia ofrecen una perspectiva positiva para los productores que le apuestan a este modelo. Cada vez más los consumidores buscan productos naturales, no solo por bienestar sino por el impacto ambiental y social de las decisiones de consumo. Aunque el crecimiento es lento, los consumidores están dispuestos a pagar el diferencial de precio.
Indicadores naturales como mayor presencia de fauna y flora son una importante fuente de información sobre la salud del ecosistema de la finca e incluso se vuelven parte de los recursos de producción. Pedro menciona como el equilibrio natural alcanzado en Los Popitos ha permitido la población de abejas nativas, que además tiene un impacto en la polinización de los árboles frutales de todo el bosque. Aproximadamente el 70 % de las especies de cultivos que alimentan a los humanos dependen de la polinización de insectos.
Aunque características del modelo orgánico como el desarrollo de cultivos bajo sombra, el control manual de plagas y enfermedades y el pago justo a la mano de obra impactan notoriamente sobre los costos de producción, el aumento en la presencia de insectos, aves, hierbas y flores, la protección de las fuentes hídricas y la salud de los suelos se convierten en cualidades valiosas dentro de la producción agrícola.
Expertos han advertido además que ciertos plaguicidas pueden persistir en el medioambiente durante décadas y representan una amenaza para todo el sistema ecológico del que depende la producción de alimentos. El uso excesivo de plaguicidas contamina fuentes hídricas y suelos causando pérdida de biodiversidad, destruyendo biocontroladores naturales de plagas y reduciendo el valor nutricional de los alimentos.
Oportunidades y desafíos
A pesar de las cifras modestas de la producción de café orgánico en el mercado cafetero, es importante reconocer que Latinoamérica es protagonista dentro del desarrollo actual de este modelo, incluso en la producción orgánica de otros productos. Países como Argentina y Uruguay suman más de siete millones de hectáreas destinadas al cultivo bajo prácticas orgánicas, hecho que puede impulsar y fomentar el mercado para este tipo de alimentos.
Pedro sostiene que el modelo orgánico promueve y fomenta el trabajo en cooperativas de productores porque el trabajo común se convierte en una de las herramientas más valiosas para que los pequeños productores puedan hacerle frente a los costos de producción y a las prácticas orgánicas.
Asimismo, hay que tener en cuenta que por ahora es un mercado primordialmente enfocado hacia la exportación. Las cifras sobre consumo de café orgánico en países cafeteros de la región son escasas y los costos elevados de este tipo de café hacen que no sea muy atractivo dentro del consumo interno. Ahí, justamente, la importancia que resalta Pedro de actores como Mayorga Coffee que trabajan desarrollando el mercado en países no productores y brindan posibilidades y soporte a cientos de caficultores que deciden apostarle a proteger y preservar el bosque cafetero.
Probablemente, el desarrollo del mercado de cafés especiales arrastre e impulse el crecimiento del mercado de café orgánico. A pesar de las metas y objetivos alrededor de la productividad, las discusiones sobre los costos de producir alimentos sanos han dejado de estar definidas por perspectivas econométricas y dan paso a posturas críticas y alternativas para combatir los problemas que ponen en riesgo la seguridad alimentaria.
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Crédito de las imágenes: Finca Los Popitos.
Ten en cuenta: Mayorga Coffee es patrocinador de Producer & Roaster Forum
PDG Español
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