Políticas de equidad género en el sector cafetero de Latinoamérica
En el siglo XXI, ya no sorprende que se desarrollen conversaciones y luchas para implementar políticas de género que permitan avanzar en el sector cafetero. De hecho, hoy en día, es una necesidad diseñar iniciativas que promuevan el reconocimiento de tantas personas que durante años se han invisibilizado.
De acuerdo con la RAE, el término equidad es el principio de justicia relacionado con la idea de igualdad sustantiva y el reconocimiento de las diferencias sociales, incluyendo el acceso a recursos y oportunidades sin importar el género, una participación económica y toma de decisiones teniendo en cuenta tanto aspiraciones como necesidades de cada individuo.
En la industria cafetera, a lo largo de los años, siempre ha habido una tendencia y participación marcada de las mujeres por lo que es inevitable que estas políticas sean importantes y prioritarias para seguir evolucionando. Para conocer más sobre los avances alcanzados en este tema y los retos por afrontar en algunos países de la región, hablé con dos profesionales del café que buscan generar un cambio con su trabajo. Continúa leyendo para descubrir qué me dijeron.
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Un trabajo conjunto y transversal
La distribución justa de los beneficios, el poder, los recursos y las responsabilidades entre las mujeres y los hombres son los puntos medulares que hacen que las medidas sean adoptadas después de haber realizado previamente un diagnóstico de la situación.
Jesús Salazar, fundador y CEO de Cafeología en Chiapas, México, dice que hoy en día se escucha con claridad y énfasis sobre las políticas de equidad de género: “me parece que es una conversación necesaria en cualquier organización o equipo de trabajo. Cafeología nació desde 2010 con un enfoque en la dignidad de la persona humana, en nuestra misión no se entiende el café sin el componente de la persona”.
Por otra parte, Lina Maria Granados, caficultora de cuarta generación en una familia de mujeres que llevan más de cien años en el negocio del café en Colombia, explica que al crecer en un ambiente de mujeres caficultoras siempre ha tenido esa misión de aportar a la sociedad y a su región en busca de organizar a otras mujeres productoras para obtener mejores beneficios y acuerdos. Por eso, ella y algunas aliadas de su equipo abrieron el capítulo Colombia de la IWCA y conformaron la Asociación Colombiana de Mujeres del Café.
En su caso, el respaldo de otras mujeres, la visibilidad de sus historias, el sentido de superación y la autovaloración la han ayudado a generar espacios donde otras personas conocen lo que está ocurriendo en Colombia. “Avanzar se trata de unirnos y generar este colectivo de oportunidades”, comenta.
En estos dos ejemplos y aunque en contextos distintos, se ve cómo un trabajo sostenido por crear una industria más justa ha logrado tener eco. Incluso, cada vez más consumidores toman sus decisiones de compra no solo pensando en la calidad del café o los costos, ahora buscan marcas que prioricen el impacto positivo, tanto en el medioambiente como en las comunidades.
Priorización de políticas de género en la región
En marzo de 2022, se estrenó una política de equidad de género por parte de la Federación Nacional de Cafeteros en Colombia con objetivos muy importantes para que a nivel país se acorte la brecha y se brinde a las mujeres igualdad de condiciones.
También, se presentó un estudio de condiciones de salud y seguridad para la mujer caficultora en Colombia en el que se muestra la organización general del trabajo y cómo se debe adaptar el trabajo rural a las condiciones anatómicas de las mujeres para evitar que sean rechazadas en la labor del campo porque no tienen la fuerza o las condiciones físicas.
“Si nosotros en el sector cafetero logramos hacer ciertas adaptaciones en finca podemos recibir mujeres para que hagan esas labores que normalmente están encasilladas para hombres y ahí se acorta una brecha de empleo”, comparte Lina.
Por ejemplo, ante una mano de obra cada vez más escasa para la recolección del café, incluir y tener en cuenta la fuerza laboral de las mujeres puede no solo contribuir a que tengan una fuente de ingresos adicional y mejoren su calidad de vida sino que permite que la producción de café siga siendo posible en países en los que la mecanización no es viable.
A pesar de esto, desde su perspectiva, Jesús sostiene que en México es un tema con poca prioridad todavía y de discusión circunscrita. Él destaca que es de gran importancia pero en realidad existe una agenda de necesidades que no conforman este tema. Por eso, hay una gran área de oportunidad para comunicar, debatir, proponer y organizar sobre el tema.
Los retos por enfrentar
Visualizar qué se planea conseguir a corto, mediano y largo plazo es vital para concretar los avances que se buscan al implementar este tipo de políticas. Además, ser conscientes de que los cambios son progresivos y de que necesitan un trabajo sostenido es fundamental.
En el caso de Lina, por ejemplo, ella espera contar con programas de formación para mujeres junto a la IWCA y en los próximos cinco años tener profesionales catadoras, procesadoras y académicas que hagan investigación y desarrollo. De esta forma, podrán llegar a posiciones de equidad y generar espacios de liderazgo en los que se destaquen gracias a las habilidades y facultades que se fomenten a través de las políticas implementadas.
Cifras importantes como que el 30 % de los propietarios de tierras cafeteras en Colombia son mujeres y que 157 651 caficultoras producen 4 359 735 sacos de 70 kilos de café anualmente obligan a darles una voz y una representatividad en la industria del país.
Por eso, justamente, empezaron a asociarse para capacitar y generar espacios donde las mujeres puedan conectarse con la SCA desde las zonas productoras y que puedan conocer lo que pasa en la industria y en el mercado global.
Uno de los grandes retos del sector para los próximos años es que las nuevas generaciones quieran seguir cultivando café, en consecuencia, se está buscando el apoyo y la integración de la ciencia y la tecnología para obtener mejores precios por el producto y para incentivar que el consumidor final valore la trazabilidad y el trabajo detrás del café que compra.
Por su parte, Jesús menciona que la premisa fundamental es reconocer las diferencias en un ambiente de unidad. Entender que la persona no es única, que está contenida en la diversidad cultural y social. A partir de ahí es posible construir conversaciones que brinden herramientas y soluciones. Por ejemplo, ayudando a familias con sus ingresos y al campo en su productividad y regeneración para que el consumidor tenga mayor comprensión y valoración del producto, señala.
La equidad y una industria más inclusiva
Cuando se habla de políticas de género es necesario abordar temas más allá del género. Las personas son, además, entes con interacciones económicas y eso no es diferente, ni más ni menos que la identidad de género.
Por ejemplo, Jesús menciona que la inclusividad en número de personas indígenas es muy alta en su empresa, no solamente de productores sino en las áreas de bodega, cata y barismo. Dentro del equipo de trabajo también hay personas que definen su identidad sexual en diferentes categorías.
La diversidad cultural en la que viven en Chiapas los ha acompañado en una ciudad que es sumamente cosmopolita y trabajan con productores que en su mayoría provienen de etnias prehispánicas, ahí se marca una brecha de diferencias y riquezas muy palpables. Eso los ha ayudado a tomar conciencia pero no únicamente sobre las políticas de equidad de género sino dentro de una discusión amplia y compleja sobre el reconocimiento de la dignidad humana.
Por eso, Jesús dice: “en lugar de equidad, yo hablaría del reconocimiento de la dignidad de la persona humana” para así entender las diferencias entre hombres y mujeres o para acompañar la realidad de una comunidad indígena en un contexto urbano. No se trata de defender ideales ni de uno ni de otro lado sino de comprender las necesidades de cada una de las personas desde un ángulo de entendimiento.
“El café es algo donde la mujer no se puede disimular, es tan evidente, omnipresente e interesante que es demasiada necedad y energía tratar de no verlo así”, afirma Jesús; sin embargo, parte de la lucha radica en la adaptabilidad de todas las personas para aceptar y promover realidades más justas.
Por ejemplo, Jesús señala: “agradezco en lo profesional y personal el momento en que me di cuenta que no solamente tenía que trabajar por las mujeres o con las mujeres sino más bien, y lo digo con humildad, tenía que empezar a trabajarme yo”.
No olvidemos que nuestra convivencia en sociedad se trata siempre de balances y es como debemos ver las políticas de equidad de género en el sector cafetero para que seamos valorados y reconocidos sin importar género, etnia y otros factores. El momento en que lo que prevalezca sea el respeto entre todos podremos seguir avanzando, con una taza de café a la vez.
¿Disfrutaste este artículo? Entonces lee sobre cómo avanza y se transforma el rol de las mujeres en la industria cafetera?
Créditos de las fotos: Jesús Salazar, Cafeología.
PDG Español
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