¿La inflación es peor para los negocios de café que la pandemia?
La dinámica de recuperación del mercado global cafetero después de la emergencia sanitaria por el COVID-19 pareció dar señales positivas con la cotización del grano, casi siempre al alza durante el 2022.
Esa ilusión de mantener precios favorables para productores y demás eslabones de la cadena de suministro del café podría desvanecerse como consecuencia de otro factor: la inflación a escala global.
Si bien el año pasado se vieron signos de equilibrio en la balanza comercial entre productores y comercializadores de café, toda la cadena de valor del grano ha absorbido el impacto directo de la escalada de precios.
Para analizar cuáles pueden ser los efectos de la inflación actual y el impacto que tendrá para los negocios de café, hablé con dos comercializadores y una consultora de la cadena de suministro de café. Continúa leyendo para conocer lo que me dijeron.
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La inflación: un reto transversal para todos los países
Una definición básica de economía describe a la inflación como el aumento sostenido, a nivel general, de precios en un periodo corto de tiempo. En consecuencia, el valor del dinero disminuye y la capacidad en el poder adquisitivo de los consumidores se reduce.
Hoy en día, estamos familiarizado con ese término porque llena los titulares de prensa pero también porque en la práctica impacta la vida cotidiana de casi todas las personas, en algunos lugares más que otros.
Este comportamiento de la economía se refleja en distintos niveles y sus efectos varían de un actor a otro. No es lo mismo la inflación para una familia que busca abastecerse de los productos básicos que para un pequeño productor de café de especialidad. ¿En qué radica la diferencia exactamente?
De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la inflación en la región durante el primer semestre de 2022 escaló y se fijó en el 8,4 % en junio (exceptuando del registro a países como Venezuela, Argentina, Cuba y Haití), lo que encendió las alarmas en los gobiernos de los países de la región.
Las señales de recuperación de la economía una vez levantadas las restricciones por la emergencia sanitaria se vieron pronto interrumpidas por el estallido de la guerra en Ucrania a inicios del año pasado. En el estudio Inflación global en el bienio 2021-2022 y su impacto en América Latina, la CEPAL relata que “el conflicto bélico generó una contracción de la oferta de materias primas con un consecuente nuevo impulso sobre los precios internacionales”.
El ritmo de producción manufacturera, que se detuvo durante el mayor auge del COVID-19, volvió a sufrir una alteración con el estallido del conflicto en el este de Europa y sus consecuencias no se hicieron esperar: el suministro de energía y fertilizantes, teniendo en cuenta que Rusia el mayor proveedor de gas, factor fundamental para la producción de agroquímicos, se encareció.
El efecto de la inflación en los productores y comercializadores
En el caso del café de especialidad, el efecto inflacionario golpea a todos los eslabones de la industria y genera dificultades comerciales para unos actores más que otros.
Al inicio, en el primer eslabón de la industria, están los caficultores que vieron un alza en los precios de los fertilizantes y en la reposición de artículos que necesitan en finca para el trabajo cotidiano; sin embargo, no solo ahí se ve el impacto.
En su análisis, Stephany Davila-Hermeling, consultora en la cadena de suministros de café estima que, “de forma general, se puede observar el incremento en precios al consumidor, mientras los salarios no han incrementado al mismo ritmo. Esto ha creado mucha presión, sobre todo en trabajadores rurales, y ha dado paso a índices de migración muy altos”. Como resultado, la mano de obra merma y la producción se ralentiza.
En otros niveles de la industria, la inflación tiene múltiples consecuencias. Gabriel Gazdik es uno de los fundadores de Flat & White, una marca argentina creada en 2016 que se dio a conocer durante la pandemia entre los entusiastas del café en América Latina gracias a sus videos en YouTube. Ellos han sentido en carne propia los efectos inflacionarios del COVID-19 y, posteriormente, de la dinámica económica de su país.
Por su carácter de tostadores y comercializadores, el aumento de precios del grano para la importación y las dificultades en la asignación de divisas en Argentina para las compras en el extranjero, el nivel de consumo en sus negocios se contrajo.
“En nuestro caso, vimos una reducción del consumo del café de especialidad en 2022. Más allá de que cada vez se consume más café de especialidad, en 2021 vimos que se consumió más café y de mejor calidad que en 2022”, señala Gabriel.
Algo similar ocurre en Colombia, donde la inflación tocó en 2022 picos que no se habían visto en dos décadas en el Índice de Precios al Consumidor. La inflación, que llegó a 12,2 %, redujo el gasto personal de productos no esenciales.
Jhonatan Andrés Cardona, gerente y propietario de Típica – Guía de café en Medellín, es testigo del alza en los precios al consumidor y relata que no solo su empresa sino varias más subieron los precios, lo que marca una primera ola de incrementos en los cafés de especialidad en uno de los principales destinos turísticos del país.
Según las estimaciones publicadas por la Organización Internacional del Café a finales de 2022, se espera que este año disminuya el gasto de los consumidores por fuera de los hogares. El consumo experimentará un leve cambio de comportamiento, aunque bastante significativo para los cafés de especialidad.
La directora ejecutiva del organismo, Vanusia Nogueira, prevé que los volúmenes de consumo se mantengan pero que se trasladen de la calle a los hogares, lo que se traduce en cambiar una taza de café especial por una de más baja calidad y menor precio.
Estimaciones y proyecciones económicas para 2023
Si bien los precios de los productos se podrían estabilizar en la región latinoamericana y la inflación podría reducirse frente a 2022, como estima la CEPAL, también es cierto que los precios de determinados rubros no retrocederán y esos costos se cargarán, inevitablemente, al gasto de los consumidores.
Por eso, muchos tendrán cautela al “darse el gusto” de comprar un café de especialidad porque sigue vigente un contexto de incertidumbre global económica.
Como explica Stephany, “una vez que un producto sube de precio y el mercado lo adopta, es muy difícil que regrese a su nivel original. Si ya la gente lo está comprando, ¿por qué bajar el precio?”, esta es una lógica recurrente después de los periodos inflacionarios que no encuentra otra respuesta diferente a la desincentivación del gasto individual.
Este comportamiento plantea un reto para toda la cadena de suministro del café porque, a pesar de los altos precios internacionales, los productores primarios no alcanzan a percibir las ganancias del incremento, sobre todo los más pequeños.
Gabriel dice que a principios de 2021 hizo un viaje por países productores de Centroamérica y le llamó la atención la preocupación de los caficultores por esos precios al alza ya que “los afectaban al tener más dificultades para vender el café. Además, los precios de todos los insumos se habían duplicado y el aumento del precio del café no llegaba a cubrir esos incrementos”.
Solidarios y estratégicos ante los retos del mercado
Ante un panorama todavía difuso para determinar con firmeza qué pueden hacer productores, comercializadores e incluso consumidores para sortear los efectos de la inflación, se asoman aportes que parten de una experiencia y de una concepción del negocio desde la sostenibilidad.
Por su trayectoria como consultora en uno de los mayores mercados mundiales, Stephany sostiene que “muchos tostadores durante el 2022 se abstuvieron de subir sus precios, a pesar de que estaban muy presionados. Es importante que la industria ajuste precios para poder transferirlos al productor porque, de lo contrario, la sostenibilidad no es posible”.
Por su parte, Jhonatan piensa que la clave “puede ser un apoyo mutuo entre marcas, muchas colaboraciones, mucho trabajo de la mano del caficultor y apoyos al café como clúster”.
En el caso de Gabriel, él y su socia buscaron una alternativa solidaria con uno de sus proveedores y, a partir de ahí, surgió un proyecto nuevo: “nos aliamos con una finca de café en Guatemala, en la región de Fraijanes, y creamos un proyecto para empezar a tostar café directamente en su finca. Ahí eliminamos completamente todos los intermediarios”.
De esta forma, en la cooperación y la asociatividad es posible empezar a encontrar soluciones, o al menos alivios, que contribuyan a que todos los actores del sector se mantengan en el negocio. Además, el protagonismo de los consumidores en la recuperación del mercado cafetero en la región es igualmente necesario.
Finalmente, los tres entrevistados coinciden en que el conocimiento sobre café de especialidad, que crece cada día en los consumidores, crea una dinámica propicia para mantener un ritmo de crecimiento.
Hoy en día, una vez adoptada la experiencia de tomar café diferenciado, es poco probable que se retome el consumo de café comercial y ese paso ya es un punto de apoyo para la industria en todas sus fases.
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Créditos de las fotos: Rober Vivas Montealegre, Café Típica, Flat & White.
PDG Español
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