“El café sabe más rico cuando conoces la historia”: ¿qué hace diferentes a los emprendimientos latinoamericanos en Inglaterra?
Inglaterra tiene más de 56 millones de habitantes y es del tamaño de Nicaragua. En todo el Reino Unido, hay más de siete mil tiendas de café independientes, y más de veinticinco mil cafeterías.
Con estas cifras, a miles de kilómetros y en un país donde el español está muy lejos de ser uno de los idiomas más hablados, suena arriesgado empezar un negocio de café. Además, en Inglaterra no hay una cultura latinoamericana local, lo cual hace que los inmigrantes de Centro y Sudamérica se mimeticen en una sociedad totalmente cosmopolita.
Hablé con tres apasionados por el café que empezaron sus proyectos con una idea en común: vender un producto de calidad. Cada uno de ellos se encuentra en una etapa diferente de su emprendimiento, pero convirtiendo las dificultades en oportunidades.
Sigue leyendo para conocer sus historias y por qué han tenido éxito en la escena cafetera local.
Un proyecto que acaba de comenzar
Lore Mejía y su esposo Sean Rafferty son los fundadores de Amar Café, una cadena de tiendas de café instaladas en las icónicas cabinas telefónicas de Londres. Se conocieron en 2017, cuando ella trabajaba como periodista en Colombia y él visitaba la Sierra Nevada de Santa Marta.
En aquel entonces, debido a su trabajo, Lore conoció de cerca la historia de los productores de café, a quienes el Gobierno les estaba restituyendo sus tierras tras haber sido desmovilizados por violencia. Sean trabajaba como electricista. Ambos renunciaron a sus trabajos y se mudaron a Londres, donde iniciaron su proyecto.
Lore me cuenta que, “la idea era traer café de Colombia y traerlo de primera mano, directamente del caficultor. Enfocarnos en la trazabilidad, saber muy bien a quien le estamos comprando, qué le estamos comprando, qué proceso ellos están usando”.
El proyecto fue tomando forma durante dos años. Lore me dice: “[El mayor obstáculo para nosotros] fue el no conocer en lo absoluto como funciona la estructura de negocio aquí (…). No éramos gente de negocios, entonces empezamos a emprender sin saber y sin mucha asesoría. En el camino fuimos aprendiendo”. La primera cafetería de Amar Café se inauguró en marzo de 2020, en el oeste de Londres.
Lore comenta que a ella le gusta hablar con sus clientes sobre su café, “yo creo que el café sabe más rico cuando conoces la historia que hay detrás”, dice.
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Una empresa que crece cada vez más
“Hermano” es una palabra que muchas personas que no hablan español entienden y relacionan con la unión y la confianza. Hermanos Colombian Coffee Roasters es una representación de ello. La relación entre Santiago y Víctor Gamboa, va más allá de un vínculo de sangre, pues son también socios.
Aunque su negocio ha establecido su reputación en el escenario del café de especialidad en Londres, se encuentra en plena etapa de crecimiento. A cinco años de su inicio, tienen cinco cafeterías en la capital británica y este año esperan abrir dos más.
Santiago y Víctor llegaron a Inglaterra hace más de 20 años, y durante mucho tiempo, trabajaron en empresas dedicadas a la comercialización de café. Sin embargo, tenían el deseo de abrir su propia empresa. Pero hacerlo realidad no era fácil, ya que en ese momento, no contaban con los recursos económicos necesarios.
Tras varios años de arduo trabajo, en 2013 Santiago decidió volver a Colombia “a visitar esas fincas cafeteras, a aprender muchísimo más de cerca de los caficultores, de la producción”, me dice.
Después de dos años, regresó a Londres para iniciar su proyecto. “Conseguimos nuestra propia tostadora de café, una tostadora pequeñita, de un kilo (…)aprendí a tostar en Colombia, pero llegué acá a perfeccionar los perfiles y duré en eso trabajando un año”, me dice.
En 2016, Hermanos Coffee Roasters comenzó a vender café por Internet. “Pensábamos más adelante mirar la posibilidad de montar una tienda de café [pero] cuesta mucho dinero y cuando no tienes nada (…)es muy difícil”, comenta Santiago, y añade: “Nos dimos cuenta que para vender online hay que invertir muchísimo dinero en marketing para que te hagas conocer; dinero que no teníamos”.
Fueron tiempos difíciles para Víctor y Santiago, quien volvió a trabajar en otra empresa para conseguir dinero y seguir adelante con su proyecto.
Santiago recuerda que una de las mayores dificultades fue mantener el negocio a flote con recursos propios, sin recibir ganancias durante los primeros meses, trabajando los siete días de la semana y conservando el entusiasmo.
Luego de renunciar a su trabajo y con la ayuda de Víctor, decidieron abrir un pequeño puesto frente a la casa de Santiago, “y ahí tostábamos. Mientras que yo atendía clientes, tostaba café, pero tocaba tostar café todo el tiempo, porque era una tostadora de un kilo”, recuerda.
“Tuvimos que sacar el dinero de donde no teníamos para comprar la máquina del café, para el molino, para comprar todo”, agrega Santiago.
Dos meses después abrieron otro puesto en Old Street, una estación de metro muy central en Londres. “Yo tostaba todo el día. Atendía, servía cafés y seguía tostando. No daba abasto con la tostión (…) Nos volvimos famosos en Old Street (…) abrimos primero en un kiosko en toda la mitad de la estación y luego nos dieron un local”.
Se trata de un trabajo que combinan con la venta en línea, que ahora incluye suscripciones. “Queremos ofrecer (…) lo mejor que se pueda conseguir, llevarlo a los niveles de tostión perfecto y ofrecerle eso al cliente” dice Santiago.
“La respuesta que hemos obtenido hasta ahora ha sido muy buena y no queremos que eso se arruine. Ese es el reto. Cuando trabajas con buen café, al café hay que darle el respeto que se merece y eso es lo que enseñamos a nuestros tostadores y a nuestros baristas”, agrega.
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Realizar el sueño de “la tienda ideal”
A 160 kilómetros de Londres se encuentra Norwich, una de las ciudades más antiguas del Reino Unido. Allí, José de León Guzmán, un emprendedor guatemalteco decidió poner en marcha su proyecto, Kofra Coffee Roasters and Brewers.
Todo empezó cuando José vivía en Suiza, donde trabajaba como chef. Allí, asistió a una cata en la que el mejor café resultó ser de Guatemala. José me dice: ”me invadió ese sentimiento de orgullo y al mismo tiempo vergüenza, porque yo no tenía ni la menor idea de que el café podía ser tan delicioso”.
Poco tiempo después, José se mudó a Inglaterra donde trabajó para una empresa de café comercial. Su interés por el café de especialidad creció y durante dos años estuvo planificando ‘su tienda de café ideal’, la cual hizo realidad solo con sus ahorros y su tarjeta de crédito.
El primer reto para José fue encontrar un local donde Kofra (que viene de la palabra ‘Cofradía’) empezaría a funcionar. “Iba a hablar con el dueño, y no entendían lo que yo quería hacer cuando les explicaba qué era un café de especialidad (…) así pasaron ocho meses, viendo muchos locales, hasta que encontré un local que era en el medio de la nada, pequeño, pero perfecto para probar mi concepto y ver si funcionaba”, dice José.
Y funcionó muy bien. José cree que fue gracias a su experiencia en la gastronomía: “toda la vida yo he vivido de mi paladar, yo tenía muy claro que quería que Kofra fuera llevado como un restaurante de estrella Michelin, donde hay procesos y tiempos. Que la distribución del bar estuviera hecha para ser más efectiva, con un flujo correcto y productivo. El primer Kofra era muy humilde, pero servía para el propósito que me había propuesto”.
Para ello, relata José, tuvo que buscar durante mucho tiempo un tostador de confianza y de calidad que le suministrara el café para su tienda, ya que su proyecto inicial era vender café de tostadores europeos. Así terminó trabajando con Caffenation, un tostador belga.
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¿Qué hace destacar a estos negocios?
Una de las claves para el éxito de estas tres empresas ha sido, según Lore, Santiago y José, tener claro que su público objetivo es el cliente local, que busca calidad y la posibilidad de repetir la experiencia. Para ello, se han dedicado a conocer a sus clientes y trabajar para ofrecerles el producto que esperan.
Por ejemplo, uno de los objetivos de Amar Café es ofrecer café colombiano de calidad a quienes se dirigen diariamente a sus trabajos. Por esta razón, las cafeterías debían estar ubicadas en calles donde el tráfico fuera permanente y en puntos estratégicos, al igual que las cabinas telefónicas.
Dado que en la actualidad, debido al auge de los teléfonos móviles, gran parte de estas cabinas han sido retiradas y otras se han destinado a usos alternativos, Amar Café decidió instalarse en una de ellas. Esto lo convierte en un sello distintivo, ya que su producto se vende en lugares icónicos de la ciudad.
Santiago me cuenta que un experto en café le recomendó no cometer el error de solo vender café colombiano. “Yo pensé: ‘pues eso es lo que vamos a hacer, es lo que hemos hecho y es lo que hacemos’”, agrega.
En la actualidad, Hermanos Colombian Coffee Roasters ha ampliado sus cafeterías, con empleados y gerentes en cada una y con algo que los diferencia de otras tiendas: un menú de 12 variedades de café de todas las regiones de Colombia.
Aunque en Londres, ofrecer café de un solo origen puede ser una decisión arriesgada, Santiago me dice que “el café colombiano se vende solo, pero tienes que vender calidad”.
Por otro lado, José sabía que debía hacer de Kofra una marca reconocida, y por ello dedicó una gran parte de su presupuesto al mercadeo. “Si la gente me veía detrás del café, le iba a asustar entrar (…) porque no sabía lo que era. Yo quería que viesen la marca y entrasen. Una vez adentro, dependía de mí crear una atmósfera y un buen café. Así nació la marca y el estilo”, asegura y confiesa que emprender solo era toda una aventura.
“Fue un riesgo tremendo”, me dice, “pero tenía ilusión y cuando haces la comparación riesgo – ilusión, siempre gana la ilusión (…). Lo único que sí tenía claro es que quería mantener Kofra honesto en el sentido de vender calidad. Siempre café especial”.
En la actualidad, Kofra tiene tres cafeterías en Norwich, donde se vende café de todo el mundo. Conquistar a los clientes locales también ha sido el objetivo de José. Por ello, vende solo café fresco y de temporada.
“La gente me pregunta si por ser guatemalteco solo vendo café guatemalteco y yo les contesto que no (…) vendo café guatemalteco cuando está en temporada y el mejor que caiga en mis manos. Yo escojo el café de temporada, el más delicioso y el mejor que encuentre. Esa es mi filosofía como tostador y como dueño de cafeterías”.
“No me considero el mejor tostador del mundo” dice José y añade: “no soy un visionario ni un supercatador, pero considero que tengo el respeto y la obligación como latinoamericano y como guatemalteco de servir lo mejor que pueda y sacar lo mejor del café”.
Cómo superaron los obstáculos recientes
Hace poco más de un año, José empezó a tostar su café. Brexit cambió sus planes debido a las dificultades que representará para el comercio entre Europa y el Reino Unido.
“Decidí entonces que lo que yo podía hacer para tener control era tostar (…) y como buen cocinero, me di cuenta que cuanto mejor sea el ingrediente, menos le tienes que hacer para hacerlo saber mejor. La idea es respetar su origen y empecé a comprar café bueno, el mejor, el más fresco. Ese es mi método”.
Una semana después de la inauguración de Amar Café, se impusieron medidas de confinamiento en Londres, debidas a la pandemia COVID-19.
Lore me dice: “Cerramos, nos llevamos la máquina. Pensamos: ‘¡Dios mío, ¿qué es esto?!’, teníamos los créditos, algunos familiares nos prestaron dinero para arrancar el negocio (…) así que teníamos que hacerlo funcionar”.
“Tratamos de adaptarnos lo más rápido que pudimos a la situación”, recuerda y comenta que la idea inicial era empezar con las cafeterías y en el futuro, vender por Internet el café tostado.
Pero la pandemia no les permitió esperar. “Teníamos café tostado para que nos durara un mes y apenas lo usamos una semana, así que si no vendíamos ese café, se perdía. Sacamos unos folletos y fuimos casa por casa en nuestro barrio (…), animando a la gente a probarlo. Y así, pudimos vender el café que teníamos tostado. Fue increíble y vimos que funcionaba”, agrega.
Para Lore, otra dificultad que presentó la pandemia fue la imposibilidad de viajar para comprar el café directamente en Colombia. “Tuvimos que empezar a comprarlo a importadores que ya estaban establecidos aquí, con ellos empezamos a traer el café que ya teníamos identificado como el que nos gustaba y la importadora lo hacía llegar”.
Tras solucionar el problema del suministro, los esfuerzos de Amar Café se centraron en potenciar las ventas por Internet, que han crecido gracias al apoyo de la comunidad y a un reportaje en la televisión local.
Las normas locales les permitieron reabrir sus cafeterías. Actualmente, un año después de la inauguración, ya existen cuatro cafe-cabinas de Amar Café en Londres. Lore me dice que sus clientes principales son la gente de la zona, e incluso muchos se han convertido en clientes habituales. “Sin ellos, no estaríamos aquí”, añade.
Con poca o mucha experiencia, estos emprendedores han enfrentado los obstáculos, descubriendo oportunidades donde otros han visto dificultades. Una oferta innovadora, el apoyo de la comunidad local y fidelizar a los clientes gracias a un enfoque en el café de calidad han contribuido al éxito de estos negocios.
De la misma forma lo han hecho otros negocios, como Mr. Tinto o The Colombian Coffee Company en Londres, y Colombia Coffee Roasters en Oxford.
La próxima vez que visites Inglaterra, no olvides disfrutar un café en uno de los muchos establecimientos dirigidos por latinoamericanos. Su oferta podría sorprenderte.
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Crédito de las fotos: Hermanos Colombian Coffee Roasters, Amar Café, Kofra Coffee Roasters and Brewers.
PDG Español
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