“Hay que buscar oportunidades”: cómo la industria puede empoderar a las mujeres recolectoras de café
Las prácticas de recolección del café pueden determinar el éxito o el fracaso de una cosecha. Esta etapa de la producción no es una tarea exclusiva de los trabajadores de género masculino; sin embargo, al igual que en muchos otros sectores laborales, también existen disparidades de género.
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel importante en la producción del café, incluyendo la cosecha; pero han tenido que sufrir desigualdades, y discriminación. Sin embargo, existen programas de apoyo y sus condiciones han mejorado progresivamente gracias a diferentes iniciativas, programas de apoyo y conciencia por parte de otros miembros de la cadena de suministro.
Para conocer más sobre este fenómeno, dos expertas, una caficultora y una recolectora me contaron acerca de la función que cumplen las mujeres en este eslabón de la cadena de suministro, los desafíos a los que se enfrentan y los cambios que han dignificado su labor. Sigue leyendo para aprender más.
Combatiendo la desigualdad
Un estudio de la Organización Internacional del Café (OIC) menciona que las mujeres constituyen hasta el 70% de la mano de obra en la producción de café. Blanca María Castro, Gerente de Relaciones entre capítulos de la Alianza Internacional de Mujeres en Café me dice que en varios países, no tienen una cifra exacta de las recolectoras que trabajan en las fincas.
“Hay algunos países que han hecho algunos esfuerzos por recolectar estadísticas de cuántas mujeres están en el campo, y Brasil es uno de ellos y luego Colombia. (…) la mayoría de las veces el 50% de la mano de obra laboral que están en el campo recolectando son mujeres”, me explica Blanca.
Esto demuestra que en materia de inclusión laboral, las brechas de desigualdad se cierran cada vez más. Pero el porcentaje de participación de las mujeres en la recolección varía significativamente de un país a otro. Por ejemplo, en Brasil, el número de mujeres que se dedican a cosechar las cerezas de café, es bajo, debido a la creciente mecanización de la caficultura del país. En Costa Rica, se calcula que en temporada de cosecha se requieren a nivel nacional cerca de 190 mil cortadores, de los cuales el 30% son mujeres.
Laudith Garnica se dedica a la recolección de café desde hace 27 años en la finca Sumeria, en Pueblo Nuevo, Norte de Santander, Colombia. Durante su amplia trayectoria en la caficultura, ha sido testigo de los cambios positivos del mercado laboral. Ella afirma que antes, el género femenino era ignorado para los trabajos en el beneficio, el secado y la recolección, pero actualmente, tiene más oportunidades para incursionar en estas labores.
Marilú Cabrera, productora de la finca Color Café, en La Perla, Ecuador, me dice que es común que a las empleadas no se les deleguen trabajos que impliquen el uso de máquinas agrícolas, como guadañas y motosierras, porque requieren de fuerza. No obstante, Blanca me dice que las mujeres también pueden aprender a usar estas máquinas, dependiendo de la tarea.
Además, al tener disponibilidad y ser organizadas también se ocupan de la gestión de los registros y tareas administrativas. Sin embargo, estas últimas tareas requieren de un grado de escolaridad que certifique sus competencias.
Blanca agrega que estos cambios que apelan a una sociedad más justa y equitativa, también obedecen a las políticas implementadas por los gobiernos e instituciones internacionales.
“En los últimos años, se ha visto que los gobiernos, los programas y los proyectos están enmarcados dentro de las metas globales de organizaciones internacionales, tales como las Naciones Unidas y otros, el tema de género ha sido un componente básico de muchos de [ellos]”, me cuenta Blanca.
Habilidades específicas en la recoleción
María Helena de Botto, presidente del capítulo de El Salvador de IWCA y caficultora, me cuenta que la predilección de los productores por las cortadoras no es una casualidad. Ellas han demostrado capacidades manuales y físicas, como la delicadeza, el cuidado, la agilidad y la precisión, necesarias para la recolección de las cerezas maduras con mejor calidad.
“Tienen grandes habilidades manuales y son muy buenas para la recolección del café. Acá en El Salvador decimos que abunda, o sea, que ellas con su agilidad manual recolectan mayor cantidad de granos maduros que muchas veces, los hombres”, agrega María Elena.
Blanca me dice que aunque el trabajo la recolección es agotador, las cortadoras se han adaptado a esta carga de trabajo. Por lo general, se han dedicado a los oficios del campo desde jovenes.
“Si tienen todas sus herramientas y todas las facilidades en cuanto a transporte, en cuanto a alimentación, pueden ejecutar bien su trabajo, como cualquier otro trabajador. Solamente, es que si necesitan hacer esa tarea para ganar dinero, lo hacen”, me explica Blanca.
Administración del hogar
Las mujeres tienen una buena capacidad para administrar el dinero que ganan en la producción de café, del cual destinan una gran parte en la educación y la alimentación de sus hijos, me cuenta María.
“Dividimos mejor quizás todas esas tareas numéricas, porque sabemos que el dinero que tenemos nos tiene que alcanzar para todas las actividades en un hogar, tanto para la alimentación, para la educación. Y también administramos los fondos de una manera más equitativa”, agrega María.
Sin embargo, cubrir las necesidades de sus hogares no es un indicador de progreso. Según datos de La Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres destinan los ingresos que reciben por la venta de sus productos agrícolas, incluyendo el café, para satisfacer las necesidades de sus hogares, mientras que los hombres destinan cerca del 25% de sus ganancias a otros fines.
María recomienda que se tomen decisiones en pareja sobre el uso de los recursos generados por el café, con el fin de mejorar el bienestar de la familia y promover una producción orientada a una mejor calidad y con más volúmen.
Conoce cómo la recolección selectiva influye en la calidad del café
Empoderarse a través de la educación
Al igual que en otras actividades agrícolas, en la caficultura, la educación está estrechamente vinculada con la productividad, la rentabilidad de las fincas y el desarrollo de las comunidades cafetaleras. Sin embargo, el acceso a la educación no se ha garantizado completamente a las mujeres.
Un documento de la ICO que recopila varios estudios, reveló una brecha en la educación entre hombres y mujeres de las familias caficultoras de varios países, pues los hombres jefes de hogar presentaban un nivel más alto de alfabetización.
A pesar de que en los gobiernos recae la responsabilidad de disminuir las desigualdades en la esfera educativa, la lucha por capacitarse y avanzar en la cadena de valor también es una misión que está en las manos de las mujeres mismas, me dice Blanca. Ella les aconseja que estén más cerca y atentas a las organizaciones que implementan proyectos relacionados con la caficultura.
María recomienda el programa Ciudad Mujer del Banco Interamericano de Desarrollo, que ofrece asistencia médica, capacitaciones agrícolas y de emprendimiento en distintos sectores económicos.
“Siempre hay que buscar oportunidades de crecimiento y educación. Eso es importantísimo y de mucha relevancia para que sean incluidas dentro de todas las actividades. El conocimiento como sea, es de las acciones más importantes para poder salir adelante”, aconseja Blanca.
Laudith está convencida de que actualmente, hay muchas facilidades para capacitarse en otros cargos relacionados con la industria, como las ventas, el barismo, la comercialización de café de especialidad, pero reconoce que existe mucho desinterés por parte de las trabajadoras. “A veces salen oportunidades, pero uno no las aprovecha”, me dice Laudith.
Paralelamente, María Elena indica que muchas mujeres rurales desean aprovechar las oportunidades y mejorar sus condiciones, pero a veces, la falta de recursos económicos, las dificultades para acceder a la educación en el campo y la carga de asumir, en muchos casos, la totalidad de las labores del hogar las obligan a abandonar sus estudios.
Maria Elena me cuenta el caso de Mary Recinos, una recolectora de 19 años que no logró terminar el grado noveno el año pasado, porque en plena pandemia su teléfono celular dejó de funcionar.
Retos que enfrentan las recolectoras de café
Las informalidad, los bajos ingresos, alojamientos precarios y condiciones de trabajo peligrosas son algunos de los desafíos a los que se enfrentan los cortadores sin discriminación de género. Pero existen escenarios específicos en los que la población femenina continúa en desventaja.
Pago desigual
Algunos datos de estudio de la OIC recopilados por Blanca afirman que entre hombres y mujeres del sector del café existe una diferencia salarial del 24%. Esta desigualdad no es un fenómeno actual, pues siempre ha marcado la historia de la caficultura. Por ejemplo, a principios del siglo XX, Colombia sufrió una escasez de mano de obra masculina para la recolección. Para compensarla, las mujeres y los niños asumieron la labor, pero a cambio solo recibían alimentación.
Blanca explica: “Por tradición, se les paga más a los hombres, porque se entiende por cultura que ellos sostienen el hogar. Pero no se garantiza que entregue la plata a las mujeres. En algunos casos, [gastan el dinero] en otras cosas que no son de su hogar”.
Aunque esta inequidad no ocurre en todos las zonas cafetaleras, es importante reconocer el trabajo de las recolectoras a través de un pago justo e igualitario, teniendo en cuenta que la calidad del grano también depende de ellas, advierte Blanca.
Doble carga de trabajo
Además de asumir tareas domésticas, que según la OIC, son 10 veces más que las que realizan los hombres, en las fincas se suele asignar a las mujeres una mayor carga de trabajo sin que reciban una remuneración justa. En 2014, se estimó que en Colombia, las mujeres rurales trabajaban entre 21 y 42 horas semanales más que los hombres.
“Todos tienen los mismos problemas, que la afectación del cambio climático, que la fluctuación de los precios del café. Todo eso afecta a ambos [géneros] por igual, pero la mujer tiene extras y el extra es que no hay una equidad en horas laborales. Generalmente, la mujer es la que tiene más carga y muchas veces no está remunerada de igual manera y a veces hay otra clase de cargas sociales o sociológicas que implican hasta violencia intrafamiliar”, señala Blanca.
Cuidado de los niños
Algunas recolectoras de café son también madres, lo cual supone una preocupación adicional en época de cosecha. Normalmente, el cuidado de los menores recae en las mujeres y algunas carecen de familiares, amigos o vecinos que cuiden de sus hijos.
Blanca, me dice que en Guatemala, existen mamás que se abstienen de inscribir a los niños en las guarderías, porque desconfían de la atención de las sustitutas. De manera similar Marilú dice que es clave que los gobiernos implementen programas que garanticen el cuidado y la protección de los menores.
“Donde nosotros hay una pequeña organización, que es colectiva, de vecinos, de familia, pero no porque hay algo que de verdad diga: bueno yo puedo dejar a mi hijo y me voy a trabajar tranquilamente”, comenta Marilú.
Mejorar las condiciones de las recolectoras: una responsabilidad compartida
Los productores no pueden ser los únicos responsables de garantizar las mejores condiciones y calidad de vida de los recolectores de café, teniendo en cuenta que la mano de obra representa una gran parte del costo de producción y los precios del mercado muchas veces no alcanzan para cubrir su pago.
Blanca invita a los baristas y tostadores a involucrarse en el proceso de producción para que entiendan las necesidades a las que se enfrentan los trabajadores del campo, aprecien su esfuerzo y que esto se vea reflejado en el precio que ofrecen por el café.
“Es importante la educación y la información que se haga transversalmente entre todos los eslabones de la cadena de valor, para que haya la apreciación justa del por qué las cosas son como son y cómo se debe cuidar la calidad del café y cómo debe apreciarse mejor la labor que hacen todos. Comenzando por el que corta el café”, anota Blanca.
Por su parte, María propone que los tostadores se acerquen con más frecuencia a las fincas y lideren programas educativos al servicio de los jóvenes que trabajan en la caficultura. “Necesitamos como productores una mejor remuneración de nuestro producto para poder romper el círculo vicioso en el que estamos, porque los beneficios no llegan probablemente hasta el final de la cadena, porque se invierte en los trabajos agrícolas, se invierten en la recolección, y luego después si estamos dependiendo del precio de la bolsa en el mercado C, no logramos cubrir los costos”.
“Entonces, las inversiones en el área agrícola son menores, se contrata menos cantidad de personas o menos horas para que tengan más trabajo más personas”, explica María.
Con el tiempo, las mujeres en la caficultura han logrado obtener una mayor representación y reivindicación de sus derechos. Sus capacidades en la recolección del grano y en la administración les han permitido sobresalir en un sector tradicionalmente dominado por hombres.
Esto evidencia que se han hecho avances significativos, y los últimos años han estado marcados por un proceso de empoderamiento. No obstante, las mujeres en el sector café siguen sujetas a la vulneración de derechos que atentan contra su dignidad en la industria, como la desigualdad salarial y el exceso de trabajo sin una remuneración justa.
El futuro de las recolectoras no solo dependerá de las políticas macroeconómicas o del productor, sino del precio que los actores de la cadena de suministro estén dispuestos a pagar para mejorar su calidad de vida y el esfuerzo de las instituciones para identificar las inequidades, sus causas e implementar estrategias para superarlas.
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Crédito de las fotos: Tatiana Guerrero.
PDG Español
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