Un café puertorriqueño rompe la barrera de los 90 puntos, ¿hay futuro para su sector de café de especialidad?
La isla caribeña de Puerto Rico lleva cultivando café desde la década de 1730. Hacia finales del siglo XIX, incluso llegó a ser el séptimo productor mundial de café.
Tras años de dominio colonial y varios huracanes devastadores, la producción de café en la isla decayó significativamente. Aunque en los últimos años ha habido una especie de resurgimiento, especialmente en el cultivo de cafés de mayor calidad.
En agosto de 2023, un café puertorriqueño recibió 92 puntos en Coffee Review, la puntuación más alta jamás otorgada a un café puertorriqueño en el sitio web. Este hito marca un momento trascendental para el sector cafetero de la isla y es un indicador de que la calidad va mejorando.
¿Podría Puerto Rico llegar a destacar más como productor de café de especialidad? Para averiguarlo, hablé con Domenico Celli Borrero, fundador de Forgotten Forest, y con Eduardo Trabada, cofundador de Baraka Coffee. Sigue leyendo y conoce lo que me contaron.
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Comprender las complejidades históricas del sector cafetero de Puerto Rico
Igual que muchos otros países productores, el café fue introducido en Puerto Rico mientras estaba bajo dominio colonial. En 1736, las autoridades coloniales españolas llevaron el café a la isla para cultivo comercial menor. Durante este tiempo, la mayor parte del café cultivado en Puerto Rico se consumía localmente.
A finales del siglo XIX, la producción en Puerto Rico había experimentado un gran auge. En su apogeo, la isla producía más de 13,6 millones de kg de café verde al año.
Para 1898, Estados Unidos anexó la isla del dominio colonial español y la producción de café se detuvo. En cambio, a los agricultores se les incentivó a plantar otros cultivos comerciales como caña de azúcar y piña.
Domenico es el fundador de Forgotten Forest, una finca cafetalera única en la cordillera central de Puerto Rico. Él explica cómo el gobierno de Estados Unidos influyó en el sector cafetero de la isla.
“A partir de la década de 1950, hubo un esfuerzo concertado para cambiar rápidamente la estructura social y económica de Puerto Rico y crear una economía más modernizada”, explica. “A menudo se llevó a cabo descuidando la agricultura local sostenible y muchas veces oponiéndose directamente a la misma”.
Desde entonces, el sector cafetero de la isla no se ha recuperado completamente. A pesar de los esfuerzos concentrados de los agricultores locales para aumentar la producción en la década de 1980, los períodos de agitación económica y los desastres naturales (incluido el huracán Georges) han tenido consecuencias devastadoras.
Un sector cafetalero aún en recuperación
Según Domenico, desde la década de 1990, más de 10 000 agricultores puertorriqueños han abandonado la producción de café en busca de cultivos comerciales más rentables.
En la década de 2010, la producción de la isla alcanzó un mínimo histórico y se exportaba muy poco. Lamentablemente, en 2017, los huracanes Irma y María azotaron Puerto Rico y se cree que hasta el 90 % de las plantas de café fueron destruidas.
En otro giro devastador de los acontecimientos, la isla fue azotada por el huracán Isaías en 2020, que también afectó gravemente a su sector cafetalero. Hoy en día, se estima que hay alrededor de 4000 caficultores en Puerto Rico que producen colectivamente 1,4 millones de kg de café verde cada año.
“Sobre el papel, se podría decir que la agricultura puertorriqueña, y la producción de café en particular, está al borde de la extinción”, dice Domenico.
Además, los efectos persistentes de la colonización y el estricto control del mercado hacen que los precios del café se mantengan bajos, lo que desincentiva aún más a los agricultores a invertir en el cultivo de café de alta calidad.
“La mayoría de los recolectores piensan que estamos locos cuando les pedimos que solo cosechen café maduro”, agrega. “La mayoría contestan que es imposible”.
La industria cafetalera puertorriqueña en la actualidad
Aunque la producción de Robusta en Puerto Rico aumentó ligeramente en la década de 1970, la mayor parte del café cultivado en la isla es Arábica. Algunos agricultores también cultivan pequeños volúmenes de Excelsa y Liberica.
La Cordillera Central es la principal región productora debido a sus óptimas condiciones climáticas. Además, los diferentes microclimas de la cordillera producen distintos perfiles de sabor que son únicos según los terrenos.
La mayoría de los productores utilizan métodos de procesamiento lavados porque el clima tropical de Puerto Rico puede dificultar el procesamiento natural y honey.
Además de ser una región productora, la isla también consume abundante café. “Bebemos alrededor de 13,60 millones de kg de café cada año”, dice Domenico. “De ellas, entre 10 y 12 millones se importan de México y República Dominicana”.
Esto es comprensible dado que los volúmenes de producción han caído drásticamente en las últimas décadas; sin embargo, hay regulaciones estrictas en cuanto a la importación de café a Puerto Rico.
Como parte de una relación bastante controvertida debido a una historia compleja entre Estados Unidos y Puerto Rico, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) y el Departamento de Agricultura de Puerto Rico (PRDA por sus siglas en inglés) son las únicas entidades que pueden importar legalmente café verde a la isla.
A su vez, la mayor parte del café verde se vende a tostadores más grandes, incluidos Puerto Rico Coffee Roasters, propiedad de Coca-Cola. Esto monopoliza el mercado, lo que dificulta que los tostadores más pequeños se establezcan.
Además, algunos tostadores más grandes tienden a mezclar café puertorriqueño con granos importados de menor calidad. “La mayoría de los consumidores en Puerto Rico no saben que probablemente nunca hayan probado café 100 % puertorriqueño”, explica Domenico. “Es un motivo de orgullo para la gente pero muchos desconocen que la isla ya no produce tanto café”.
Aumento de las importaciones, disminución de las exportaciones
Eduardo es cofundador de Baraka Coffee, un tostador de café de especialidad pionero en Puerto Rico.
Él dice que hoy en día se exporta solo entre el 8 y el 10 % del total del café cultivado en Puerto Rico. En comparación, dice que los tostadores más pequeños como Baraka exportan hasta el 40 % de su café tostado a otros mercados.
Además, algunos tostadores más grandes compran cafés semitostados de la PRDA, que después mezclan con café cultivado localmente. Si bien el gobierno afirma que esta práctica evita que plagas y enfermedades (como la broca del café) entren en la isla, otros creen que se utiliza para reducir costos y compensar la disminución de los volúmenes de producción.
Cuando se trata de café de especialidad puertorriqueño, la gran mayoría se exporta antes de que los tostadores locales tengan la oportunidad de abastecerse de los granos. Además, los precios del café verde de especialidad superan los US $25 por libra, lo que lleva a muchas cafeterías y tostadores de la isla a comprar café de otros lugares.
Revitalizar la cultura del café local
En respuesta a lo que consideran un sector a menudo descuidado, muchos de los productores más jóvenes de la isla están recurriendo a la producción de café de especialidad.
Eduardo explica que cuando Baraka Coffee comenzó en 2014, solo conocía a unos pocos productores que utilizaban técnicas de procesamiento natural. Hoy en día, conoce a más de una docena que están probando métodos de procesamiento experimentales o incluso cultivando diferentes variedades.
Del mismo modo, las generaciones más jóvenes de puertorriqueños están mostrando más interés en el tueste y la educación sobre el café. Eduardo dice que, si bien muchas panaderías tradicionales todavía venden café de tueste oscuro, un número creciente de cafeterías locales ahora ofrece café de especialidad. A su vez, más negocios cafeteros están invirtiendo en equipos de mayor calidad y oportunidades de capacitación para baristas.
“Cada vez más cafeterías se van dando cuenta de que el consumidor promedio en Puerto Rico está más interesado en el café de alta calidad y que no solo quiere un latte de buen aspecto”, dice Domenico.
Un mejor acceso a la educación también se está volviendo un aspecto más prominente en toda la cadena de suministro. Domenico explica que antes de comenzar a asociarse con agricultores locales, muchos de ellos nunca habían catado o probado café de especialidad, ni siquiera sus propios granos.
De alguna manera, esto está ayudando a democratizar el sector cafetalero de Puerto Rico y a mostrar a los productores locales que, mejorando la industria cafetera de la isla, todos pueden beneficiarse.
“Se trata de lo que llamamos ‘hacer patria’, construir algo que promueva la verdadera esencia de la cultura puertorriqueña a través de nuestro sector cafetalero”, dice Eduardo.
¿Cómo están ayudando los pequeños productores a impulsar el sector cafetero de Puerto Rico?
Decir que la primera puntuación de 92 puntos en Coffee Review para un café puertorriqueño fue un gran logro es quedarse corto. Domenico, quien produjo el café natural anaeróbico procesado como “cereza cordial“, dice que la experiencia fue trascendental para Forgotten Forest.
“Cuando te ignoran durante tanto tiempo, a menudo te das por vencido u olvidas lo grande que puedes ser”, dice. “Aquí en Puerto Rico tenemos conocimientos que se remontan a varios siglos. No hay razón por la que no podamos producir café de especialidad de clase mundial”.
Eduardo está de acuerdo y dice: “[la puntuación de 92 puntos] fue alucinante. Normalmente, la mayoría de los cafés cultivados en Puerto Rico obtienen puntuaciones en el rango bajo a medio de los 80, sin importar cómo los produces”.
En última instancia, dado que el procesamiento poscosecha juega un papel tan importante en la mejora de la calidad del café, Domenico cree que probar métodos de procesamiento avanzados es uno de los caminos a seguir por el sector cafetero de Puerto Rico.
Explica que Forgotten Forest comenzó como su proyecto de pregrado, donde exploraba cómo agregar valor a las pequeñas fincas cafetaleras locales. Una vez que descubrieron la variedad Typica 401 creciendo entre un lote abandonado, fue un indicador del potencial para producir café de alta calidad. Se cree que Typica 401 es una mutación de la variedad Typica, que se llevó por primera vez a Puerto Rico a principios de la década de 1700. Aunque produce rendimientos bajos, tiene un perfil de sabor delicado y complejo.
Después, Forgotten Forest decidió plantar un microlote Typica 401, que pudieron escalar rápidamente gracias a una amplia cobertura en los medios locales y nacionales. Hoy en día, Forgotten Forest tiene una red en expansión de aproximadamente 50 fincas, que llevan a cabo diversas prácticas agroforestales y orgánicas.
Los agricultores asociados también reciben plántulas, abono orgánico y apoyo técnico, así como acceso a educación financiera, un molino de procesamiento y una plataforma para vender su café en mercados internacionales.
Hacer frente a los retos que se avecinan
A pesar del gran potencial que tiene el sector cafetero de Puerto Rico, los productores de café de especialidad de la isla siguen enfrentando una serie de desafíos. Entre ellos la escasez de mano de obra y los estándares federales de salario mínimo de Estados Unidos, que incrementan los ya altos costos de producción.
Además, hay poca inversión en la promoción del café de especialidad puertorriqueño en el mercado global. Aunque algunas organizaciones, como TechnoServe, han brindado apoyo a los productores, los programas de ayuda han sido durante mucho tiempo un tema polémico entre algunos productores de la isla.
Tras el huracán María, por ejemplo, varias organizaciones distribuyeron millones de plántulas a los caficultores. La mayoría eran variedades de alto rendimiento y baja calidad para fincas más grandes.
“Ha habido recortes en los programas de ayuda local en las últimas décadas”, dice Domenico. “La disponibilidad de subsidios, fertilizantes, calcio en polvo y otros insumos agrícolas comunes ha ido disminuyendo”.
Crear conciencia
Como no hay un capítulo oficial de la Asociación de Cafés Especiales en Puerto Rico, los productores y tostadores locales se han organizado para crear conciencia sobre el sector de café de especialidad de la isla.
Domenico explica que una solución es la “trazabilidad radical”. Por ejemplo, Forgotten Forest creó una plataforma donde los compradores pueden realizar un seguimiento de sus cafés a lo largo de toda la cadena de valor.
Baraka Coffee también promueve un nivel similar de transparencia que ayuda a acortar la brecha entre consumidores y productores.
“Los productores están haciendo lo que pueden para mantener vivo el café de Puerto Rico y nuestro patrimonio cultural”, concluye.
Es obvio que el café es increíblemente significativo para Puerto Rico y su cultura. A pesar de años de dificultades y desafíos, el sector sigue siendo resiliente y determinado a mejorar.
Ciertamente tomará algún tiempo antes de que la isla comience a producir y exportar más café de especialidad. Mientras tanto, los pequeños productores necesitan recibir mucho más apoyo y orientación.
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Créditos fotográficos: Baraka Coffee, Sebastian Castillo, Chelsea Cloud, Chris Hamlet.
Traducido por Almudena Torrecilla Aznar. Traducción editada por Alejandra Soto.
PDG Español
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